viernes, 30 de noviembre de 2012

odiado invierno


la foto de estas mozas es para alegrarme la vista y el post

El frío intenso de estos últimos días, las luces y adornos de Navidad que ya pululan por todas partes, parecen indicar que ya ha llegado el invierno. Bien, el invierno oficial y astronómico no lo hará hasta el 21 de diciembre, igual que la primavera no empieza hasta el 21 de marzo y así sucesivamente, pero a la gente le gusta vivir deprisa y tiende a adelantar las estaciones casi un mes. 
Por si a alguien todavía no le ha quedado claro, volveré a repetir una vez más que odio el invierno y el frío. Hay gente, yo la conozco, que en cambio lo prefieren al verano! (sí, hay mucho sacrílego por el mundo). Ante un tema de gustos siempre es más fácil explicar por qué algo no te gusta, que exponer porque lo hace. 
¿Y qué es lo que no me gusta del invierno? bien, básicamente que haga frío y eso tiene terribles consecuencias en mi vida cotidiana porque:
  •  me cuesta el doble abandonar una cama calentita por las mañanas.
  •  ese lapsus de tiempo entre que sales de la ducha y alcanzas la toalla se vuelve traumático.
  •  cuando salgo a la calle el frío hace que se me ponga la nariz roja como si fuera una borracha.
  •  además ahora, con el pelo corto, me hielo las orejas
  •  se me agrieta la piel de las manos y los labios del frío.
  •  odio, pero mucho! que se me empañan las gafas cuando entro a cualquier lugar si vengo de la calle.
  •  no poder sentarme en una terraza a tomar una cerveza
  •  ver la playa desierta y no poder bañarme en el mar.
  •  que a las 17.30h de la tarde ya sea de noche.
  •  las tardes de domingo todavía son más deprimentes, si cabe.
  •  el campo, con la mayoría de árboles calvos, da pena.
  •  llevar tanta ropa encima y no verte casi nunca los pies, las piernas o los brazos.
  •  hacer el amor en la cama se vuelve más complicado porque tienes que vigilar de no destaparte.
  •  la vida social queda más reducida porque a la gente le cuesta más salir de casa y quedar.
  • que después de Navidad vienen dos meses y medio eternos y sin fiestas (Carnaval no cuenta, al contrario, para mí es la "fiesta" más deprimente del año y un factor para que odie todavía más el invierno).
En fin, como podéis ver afronto este invierno con "gran entusiasmo" ja ja (por si no ha quedado claro, la frase anterior debe leerse con mucho sarcasmo).
Pero para darle una gota de optimismo al asunto diré que aún queda Navidad, fiesta que, aunque vivo con cierta nostálgica, aún es de las pocas cosas, junto al chocolate caliente, los guantes y las bufandas, que me gustan del invierno.


domingo, 25 de noviembre de 2012

cuando el pueblo habla



No soy demasiado fan de la música de Lluís Llach: que mi hermana mayor, durante su adolescencia, pusiera sus discos sin parar, tuvo mucho que ver en eso... Pero otra cosa es el Llach escritor, ese sí me gusta. Su primera novela, Memòria d'uns ulls pintats (Memoria de unos ojos pintados) me ha soprendido gratamente y me ha entusiasmado; he devorado el libro en muy pocos días.
La novela cuenta la historia de cuatro amigos, dos chicos y dos chicas, nacidos en 1920 que crecen juntos en el barrio obrero de la Barceloneta. Criados en un ambiente humilde y libertario ven como la República amplia sus horizontes de esperanzas y posibilidades, pero la Guerra Civil y la posterior represión franquista  lo rompen todo. 
Me gustan las novelas que explican la microhistoria, como en La plaça del Diamant de Mercè Rodoreda, donde lo importante no son los grandes hechos históricos, sino como estos afectaron a la vida de las personas. Y en el caso de la novela de Llach, como afecta a cuatro adolescentes, y en concreto a la historia de amor entre Germinal (el narrador) y David. Y también descubrir que existió un proyecto pedagógico tan innovador e interesane como la Escola del Mar, del que no sabía nada antes de leer la novela.


Es preocupante que en este país tengamos un desconocimiento tan grande de lo que fue la Guerra Civil. Hace un par de años, en el Intermedio preguntaron a unos adolescentes quien era Franco y esto fue lo que contestaron. Más que penoso!
Durante el bachillerato, como el temario de historia era tan largo, recuerdo que casi nunca llegábamos a estudiar el tema o lo hacíamos vagamente. Hasta que no cursé Historia Contemporánea en COU, no estudié a fondo la Guerra Civil Española.
Siempre se ha hablado maravillas del proceso que supuso la Transición, pero es evidente que hay heridas que no se curan corriendo un tupido velo sobre el asunto. Que en este país aún haya muertos esparcidos por la cunetas y en fosas comunes, quiere decir que el tema no está superado. Que se organicen actos como éste, significa que aún hay gente que piensa que ese "alzamiento" fue legítimo. Que todavía exista algo llamado Fundación Francisco Franco, sería una cosa impensable si este país fuera Alemania, donde sí se aprendió a lidiar con un pasado fascista terrible a base de mucha pedagogía. Aquí simplemente se optó por mirar hacia delante sin hacer antes, o con cierta posterioridad, un ejercicio de autocrítica y de reconciliación con el pasado. 
Dicen que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla. Bien, espero que eso no suceda, pero el tufillo antidemócrata que últimamente se respira en este país es alarmante. Ex tenientes coroneles golpistas con bigote que hacen declaraciones brabuconas, militares que sueñan con volver a entrar a Barcelona en tanques, conferencias episcopáles con discursos casposos, portadas de diarios anunciando noticias falsas, ministros que insinúan cosas muy feas...

¿Y por qué os hablo de todo esto?  porque hoy es día de elecciones en Catalunya. Las más importantes de su historia, dicen muchos.
Cada vez que voy a votar me acuerdo de una anécdota que viví hace unos diez años, la primera vez que me tocó ser vocal en una mesa electoral. El primer votante, a las 9.10 de la mañana, fue un viejecito entrañable de 88 años. El hombre nos explicó que desde que se instauró la democracia nunca había fallado a una votación; había pasado por una dictadura que se lo había prohibido durante más de 30 años. "Votar es un derecho precioso, os lo dice alguien que no siempre lo ha tenido", nos explicó sonriente mientras depositaba su voto en la urna. Desde que tuve edad para votar siempre lo he hecho, pero desde que ese anciano me recordó que votar es un derecho relativamente reciente -sobretodo en el caso de la mujer- he cumplido con ese derecho y con esa obligación en todas las elecciones. 

Hoy, como dice ese tópico un poco cursi, es la fiesta de la democracia; el día en que los políticos callan y el pueblo habla. Y así lo haremos, aunque sólo el 10% de los catalanes residentes en el extranjero puedan hacerlo por absurdas y surreales trabas administrativas. Sí, así lo haremos, aunque parezca que a algunos esto aún les moleste.

Y hablando de elecciones, si no la habéis visto, os recomiendo esta comedia iraní sobre la importancia del voto.

jueves, 22 de noviembre de 2012

evasiones montañeras


fotos: idgie


Después de esos días oscuros en que le di demasiadas vueltas al coco,  ha sido una maravilla poder escapar y pasar tiempo con Idgie. 
El viernes fuimos a Gràcia a cenar para celebrar nuestro aniversario. Cuando salimos del restaurante nos topamos con una lluvia incesante que nos obligó a correr por las calles. Me encanta correr bajo la lluvia si es verano, pero si estamos en noviembre ya es otra cosa...

El sábado teníamos comida familiar con todo el clan Taro. El primo de Id ha encontrado trabajo en Barcelona, así que él y su novio dejarán Ibiza y a finales de mes se mudarán a nuestro barrio favorito, Gràcia. La madre de Id organizó una comida familiar al completo para darles la bienvenida. Pero antes de comer tuvimos que presenciar el espectáculo de música y luces del hermano de Idgie, el director de cine. No paró de abrir y cerrar lámparas y quitar bombillas, hasta que consiguió iluminar la mesa a su gusto. Y después llegó el turno de la música. Buscó y resbuscó cds hasta que encontró uno de jazz que fue de su agrado para acompañar la escena. Todo muy friki. Luego llegó mi cuñada con su hijo, el Intocable (sí, aún sigue siendo intocable aunque en menos medida) y empezó otro espectáculo: el de la mejor madre y el bebé más extraordinario del mundo.
A pesar de todo, la comida fue bastante bien, y por una vez fue agradable que el número de parejas heteros y homos estuviera equilibrado.  Después de comer, hubo la típica sobremesa y partidas de Rummy. Todo muy bien iluminado y con jazz de fondo como si estuviéramos en una peli de Woody Allen.

El domingo fuimos a ver una Jornada Castellera y nos tomamos el día de relax; al día siguiente habíamos quedado con Manray para hacer una excursión hasta la Mola, una montaña de 1.104 m en el Parc Natural de Sant Llorenç del Munt.
Nos levantamos temprano y empezamos el ascenso a pesar del cielo nublado. Mi estado de forma es patético, así que la primera media hora me supuso un sobreesfuerzo penoso. A medio camino encontramos un pequeño bosque repleto de setas que parecía el poblado de los Pitufos. Extasiadas como niñas, Idgie y Manray sacaron las cámaras y empezaron a fotografiar todo tipo de hongos. En fin, como diríamos en mi pueblo, un comportamiento muy "quemacu" (de ciudad, vamos). Tras el safari fotográfico, continuamos con el ascenso, pero entonces nos dimos cuenta que nos habíamos perdido. Pero por arte de magia apareció un hombre corriendo que nos indicó el camino. Casi una hora más tarde llegamos a la cima y al monasterio de Sant Llorenç del Munt.


Llegar a la cima de una montaña despierta una euforia atávica y muy orgánica: la satisfacción de haber llegado, de haber superado un límite, de haberlo conseguido.
Después de un baile a lo María von Trapp (sí, estoy un poco pirada) y de muchas fotos (con burros incluidos), comida al aire libre con unas vistas excepcionales. Y si todo lo que sube, baja, empezamos el descenso sin mucha demora porque las horas de luz son cada vez más escasas. Es curioso lo fácil que es bajar una montaña con lo difícil que es subirla. No todos los procesos inversos piden la misma fuerza.
Al día siguiente y al otro, las agujetas me persiguieron insistentemente en cada movimiento que hacia, pero aún así, repetiría la experiencia. Tal vez cuando regrese la primavera...


jueves, 15 de noviembre de 2012

como en una película

fotograma de Kyss Mig

Algunas veces aún echo de menos mi antiguo blog. Hoy he vuelto a visitarlo para recordar algunos momentos; es lo que tiene escribir sobre tu vida durante casi cuatro años. Como si fuera un álbum de fotos, vas releyendo antiguos posts que te ayudan a colorear y rellenar con más intensidad algunos recuerdos.
Hoy he vuelto a la búsqueda de los primeros post que le dediqué a Idgie, aunque entonces hablaba de ella indirectamente. El primer post  se titulaba "Algo inesperado" y databa del 29 de noviembre del 2009.
Bien, antes no os lo he comentado, pero ayer fue nuestro aniversario: tres años llenos de momentos felices y mucho amor. Y eso que ambas, el día que nos conocimos, acudimos a la cita evitando grandes espectativas. Habíamos quedado después de intercambiar, durante más de dos meses, un mail diario, algunas fotografías (tres o cuatro, no muchas más) y ninguna llamada telefónica, ni un face-to-face vía Skype. Nunca hablábamos de qué éramos, o de qué buscábamos, y aunque es imposible no hacerte ilusiones cuando sientes que conectas tan intesamente con alguien, lo que sí sabíamos era que pasara lo que pasara seríamos grandes amigas. El día de la cita llegó, y como pasa en las películas, después de los primeros momentos de nervios, extrañación, y readaptación, la química funcionó y descubrimos que nos lo pasábamos tan bien juntas como cuando nos escribíamos mails. Al día siguiente volvimos a quedar y desde entonces las "citas" se han ido sucediendo sin parar y con la misma ilusión del primer día.
A las dos nos gusta mucho la manera como nos conocimos y como dejamos que todo evolucionara de forma natural. E igual que yo puedo volver a repasar nuestra historia a través de los post, gracias a que Idgie siempre lleva la cámara encima, también conservamos fotos de casi todos los encuentros que tuvimos durante los primeros meses.
Mi vida sentimental antes de conocer a Idgie había sido bastante desastrosa, así que nunca hubiera imaginado que tras tres años pudiera seguir queriendo a alguien así, con la misma intensidad, o todavía más, que los primeros meses. Y aunque soy fan de las grandes comedias románticas clásicas, nunca creí que ese tipo de historias pudieran sucederme a mí. Pero la vida, como dicen, supera la ficción, y si los encuentros mágicos existen, Idgie ha sido el mío.


martes, 13 de noviembre de 2012

incertidumbres y congojas


Corrine Marchand en Cleo de 5 à 7


"Dejemos esclarecer por el tiempo las dudas. La fortuna conduce al puerto muchas barcas sin piloto."
 (William Shakespeare)

Una de los estados emocionales que peor llevo es la incertidumbre: ese no saber que te lleva a imaginar los peores desastres y los desenlaces más funestos.
Hace algunos posts os hablé de Agnès Varda, pues bien, su película Cleo de 5 à 7 ilustraría bastante bien -sin la frivolidad y el egoísmo de su protagonista- lo que he pasado estos últimos días.
El resultado de un análisis y la lectura apocalíptica e irresponsable de mi médico de cabecera me han hecho vivir cuatro días de incertidumbre creciente y tensa espera. Además hice algo que todos los médicos desaconsejan: consulté Google buscando respuestas y me asusté todavía más.
A parte, he podido comprobar -y me gustaría decir que no me lo esperaba pero ya sé como está el patio- que el tomas-o-lo-dejas de mi jefa  tras su negación de cambiarme el turno para ir al médico, raya la insensibilidad. Me dieron ganas de mandarla a ella, el trabajo y la empresa a la mierda, pero la situación actual te obliga a comerte el orgullo muchas veces. 

Tras cuatro días de darle sin parar a la cabeza y tener en guardia a toda la familia y sobretodo a Idgie, llegó el día de la verdad (sí, ya sé que esta expresión suena muy teatrera pero permitidme un poco de épica). Para no hartaros con mis problemas médicos, sólo os contaré que el especialista me tranquilizó al instante diciéndome que los resultados de mi analítica eran normales según su diagnóstico previo. Mi médico de cabecera había exagerado e interpretado desmesuradamente los resultados. Mi problema de salud tiene fácil solución y -dentro de la media- es bastante habitual. Simplemente necesito una sencilla intervención quirúrgica y ya está.  Y aunque no me entusiasme la idea que me vayan a operar, salí contenta y aliviada del médico. Todas las angustias y malos augurios se habían disipado y por fin había salido otra vez el sol. 

¿Por qué delante de situaciones inciertas tendemos a imaginar lo peor? tal vez para ir asimilando que el precipicio siempre está ahí, preparado para engullirnos al más mínimo traspié?

Este otoño, a pesar de sus ocres y rojizos, me está pareciendo un asco.


domingo, 4 de noviembre de 2012

Cuando éramos teenagers



Así como detesto las multitudes pero me gustan las personas (bien, algunas personas); lo mismo me ocurre con los adolescentes. Los odio en grupo, son una masa incontrolable que se mueve al impulso de eso tan voluble llamado hormonas; pero en singular, pueden llegar a parecerme interesantes. Sobretodo si son del tipo melancólico-atormentado. 
Si me ofrecieran volver a tener 15 años creo que rechazaría la oferta. Nadie en su sano juicio regresaría a esa etapa tan convulsa llamada adolescencia. Con el tiempo he llegado a la teoría que los adolescentes triunfadores, esos que fueron felices y populares (si es que existe alguien que haya sido 100% feliz en su adolescencia) no maduran y se vuelven adultos disfuncionales. Y en el extremo opuesto, los que sufrieron acoso y una adolescencia atormentada tampoco logran superarla. Un buen ejemplo cinematográfico serían los personajes de Charlize Theron y Patton Oswalt en la corrosiva Young Adult.

No conozco a nadie que no haya sufrido un poco en su adolescencia. Ese salir del mundo infantil y darse de bruces con la realidad adulta es un dolor difícil de evitar. 
Mi adolescencia no fue especialmente traumática pero para nada fui la típica adolescente pava; más bien era del tipo melancólico y romántico que he mencionado antes (ser bollera, aunque entonces no lo tuviera asumido, tampoco ayudaba mucho). 
En este sentido me gustan los libros y películas sobre adolescentes inadaptados tipo El guardián entre el centeno, Buenos días tristeza, Los cuatrocientos golpes, la Mick de El corazón es un cazador solitario, etc. Y más recientemente el protagonista de Submarine, Oliver Tate.
Esta película, una adaptación de la novela homónima de Joe Dunthorne, se ha estrenado en nuestro país con dos imperdonables años de retraso. La he visto este fin de semana y me ha encantado.
Su protagonista, Oliver, que tiene mucho de Antoine Doinel y de Holden Caulfield, es un adolescente de 15 años que intenta encontrarse a sí mismo, perder la virginidad y salvar el matrimonio de sus padres. La película lo tiene todo para convertirse en un film de culto: es absurda, divertida, melancólica, unos personajes inolvidables, un montaje exquisito, y una banda sonora fantástica compuesta por seis temas de Alex Turner (el vocalista de Arctic Monkeys). Os la recomiendo. Ahora sólo me falta leerme el libro.


jueves, 1 de noviembre de 2012

castañas y calabazas

ilustración: estudi Escletxa

Si tuviera que llevarme algo de comer a una isla desierta sería, sin duda, una bolsa de panellets (con ellos podría sobrevivir más de un año). Esas pequeñas bombas energéticas de almendra y azúcar ya me han hecho engordar 1kg. en dos días. Y es que mi madre los hace tan buenos que resulta imposible no comer más de uno.
Los panellets son lo único que me gusta de La Castanyada, porque ni los boniatos, ni las castañas, ni el moscatel son de mi agrado.  Una fiesta -por otro lado- en peligro de extinción, o mejor dicho, de fusión con el omnipresente Halloween. Todo el mundo sabe que los americanos nos están colonizando culturalmente desde hace años; primero fue Papá Noel y ahora le toca el turno a la Gran Calabaza. Pero es que ¿cómo va a competir una abuela tuestacastañas con las calabazas, los disfraces y los caramelos? El glamour de lo yanqui va a acabar con el folclore local.
Ayer por la noche unos niños disfrazados de monstruos llamaron a la puerta gritando "truco o trato", y me dieron ganas de lanzarles un buen par de castañas!
Para mí Halloween combina dos de las cosas que más aborrezco del mundo: el Carnaval y las películas de terror. En mi blog anterior ya hablé ampliamente de estas dos fobias.
A pesar de mi cinefília, pocas son las películas de miedo que he logrado ver. Mi límite está en films como Los Otros, El orfanato, Déjame entrar (me quedo con la versión sueca), y pelis por el estilo. En cambio no puedo con películas de terror con niños malígnos (si queréis reír un rato no os perdáis este vídeo), las orientales (esas sí que dan jiñe de verdad) o las de Jaume Balagueró (me aventuré a ver Frágiles, por mi adorada Elena Anaya, y estuve más de un mes viendo a la "niña metálica" por el pasillo de mi casa). La única película del género que me apetece ver es el próximo remake de Carrie protagonizado por Julianne Moore y Chloe Moretz.


Y hablando de miedo, curiosamente los cementerios nunca me lo han hecho. Además el Día de Todos los Santos son el lugar más colorido y bullicioso del pueblo. Huy, aquello es un jolgorio! ¿Recordáis la escena del cementerio de Volver de Almodóvar? pues igualito! el lugar es un desenfreno de mujeres arremangadas limpiando lápidas y poniendo centros de flores. Y luego están las que pasean por el cementerio y murmuran: "Mira Fulanito, que nicho más lustroso!" "Oh, qué flores más bonitas!" "¿En esta tumba quién hay enterrado? ah, Menganito, su mujer y la suegra" (que también tela que te entierren con tu suegra, no?)... En fin, esas cosas tan "adorables" típicas de la condición humana.

Y hablando de modernidad vs. folclore, estos días he estado escuchando un disco muy curioso: Anónimo, de Lorena Álvarez y su Banda Municipal. Un trabajo difícil de clasificar a medio camino entre el folk jotero y el pop rural; o como ella misma lo define; algo "tradicional sexy".