fotograma de la película Call me by your name
Sigo contando días, los que quedan para la semana de vacaciones que me reservé para finales de mes. El invierno me agota, tengo la sensación de vivir esperando los días suaves y llenos de luz de la primavera. Ver Call Me By Your Name me hizo soñar con vivir un verano en bicicleta en el norte de Italia. Me enamoró la belleza, la ambientación, la fotografía, la música y el ritmo del film; pero, no sé porqué, no conseguí conectar del todo con la historia de amor. Creo que esperaba más, que la película moviera o desplazara algo dentro de mí. O tal vez no tenía el día para historias de amor melancólicas.
Por lo menos el fin de semana ha sido movido, aunque tal vez el adjetivo "movido" no case bien con una cena y comida con amigos que duró horas.
fotograma de la película Call me by your name
El sábado tuvimos cena con las Heteras en casa de Carrie. Hace meses que vive con su nuevo novio, un chico argentino muy simpático, y nos lo quería presentar de manera oficial.
Cuando quedamos con las Heteras sabemos que hay dos cosas que no faltarán: se beberá mucho alcohol y se comerá mucho chocolate. Y efectivamente, no faltó ninguna de las dos cosas. Charlamos durante horas y horas en las que arreglamos el mundo y lo volvimos a desarreglar. Cuando nos dimos cuenta eran casi las cuatro de la mañana. Al día siguiente Id y yo habíamos quedado con otros amigos para que vinieran a comer a casa así que no pudimos descansar mucho.
Cuando quedamos con las Heteras sabemos que hay dos cosas que no faltarán: se beberá mucho alcohol y se comerá mucho chocolate. Y efectivamente, no faltó ninguna de las dos cosas. Charlamos durante horas y horas en las que arreglamos el mundo y lo volvimos a desarreglar. Cuando nos dimos cuenta eran casi las cuatro de la mañana. Al día siguiente Id y yo habíamos quedado con otros amigos para que vinieran a comer a casa así que no pudimos descansar mucho.
Me hizo mucha ilusión volver a quedar con Manray y Vincent. Me di cuenta de lo mucho que los echaba de menos. Es curioso como la vida nos va alejando de algunos amigos y luego nos los vuelve a traer. Hacía tanto que no nos veíamos que estuvimos 8 horas poniéndonos al día.
Y aunque me dio la sensación que había pasado todo el fin de semana comiendo y sentada en una mesa, me gustó la sensación de reencuentro que me quedó en el paladar.