martes, 10 de julio de 2018

como un oasis


foto: hiro 

El otro día me pidieron que explicara la historia de como conocí a Id. A la gente le encanta que le explique esa historia. Una de las oyentes dijo que eramos muy "cuchis" y que nuestra historia era muy de "los noventa". Me hizo gracia. 
También me hizo acordarme con nostalgia de esa época en que los blogs eran lo más. Ahora no eres nadie si no eres youtuber o tienes twitter. Ciertamente debo ser muy de los noventa porque no me imagino exhibiendo mi cara en youtube; o afilando mi ingenio en 280 caracteres.

La idea de cerrar definitivamente el blog también vuelve de manera recurrente con cada parón de actividad bloguera; pero la tristeza que me produce esa simple idea me disuade de hacerlo. ¿Dónde regresaría si lo hiciera? Los lugares no son simples espacios físicos. Fuera de los mapas y de los límites, en los márgenes y las sombras habita la esperanza y lo inesperado. Eso aprendo leyendo a Rebecca Solnit y Alastair Bonnett, dos de mis lecturas de verano. Y el verano es la época ideal para soñar y vivir aventuras, aunque la vida laboral solo nos deje un par de semanas para hacerlo.

He agotado mi primera semana de vacaciones con algún día de playa, piscina y visitas al pueblo. A finales de mes, como un oasis, me espera otra semana de vacaciones. Lástima que, otro verano más, no la pueda compartir con Idgie. Eso me pone de tan malhumor y también triste. Así no hay manera de viajar..! 

Por lo menos el verano ha empezado activo: con conciertos al aire libre, libros nuevos, el refugio fresco de una sala de cine, vida social y muchos planes esperando, de par en par, como cerezas resplandecientes.