Hoy he recibido una "preciosa" carta de la DGT con mi nuevo carnet de conducir y una ilustrativa carta con algunos consejos para ser una buena conductora. Mi nuevo carnet, un pedazo de plástico rectangular que por fin cabe en la cartera (adiós a esa cartulina cutre de color rosa), me ha costado 75 euros!
75 euros por una simple tarjeta y una tarde de mi vida desperdiciada en un centro de reconocimiento de conductores. Pero dejad que os ponga en antecedentes...
Hace más de un mes recibí un aviso de tráfico. ¿Cómo?! mi carnet de conducir caduca este año?? Sorpresa y un poco de vértigo al comprobar que rápido han pasado mis primeros 10 años como conductora; pero un cierto regocijo al saber que por fin podría cambiar esa foto horrenda de carnet que escondo como el peor de los pecados.
La ventaja de tener una novia fotógrafa es que por fin salgo bien en las fotos de carnet (sí, eso es posible!). Así que cargada de paciencia y con mi superfoto me dirigí al centro de reconocimiento a renovarme el carnet. Llego y me encuentro una sala de espera abarrotada de gente, la mayoría abuelos (desconozco el porqué), con cara de aburrimiento. Me siento resignada al lado de dos hombres que, para mi horror, vienen a renovar su permiso de armas y solo saben hablar de caza y hacer chistes malos sobre elefantes. Mentalmente deseo que no les renueven la licencia y que a sus pies les pase lo mismo que al de Froilán.
Después de esperar más de dos horas (y yo sin un libro en el bolso!), me llaman y me hacen pasar a una pequeña habitación. Tras una mesa enorme donde sólo hay un simple notebook, me espera un chico altísimo que me pide que me siente delante de tres fluorescentes coronados por una webcam. ¿Pero esto que es? grito para mis adentros. El chico me explica que a partir de ahora las fotos se hacen en el mismo centro de reconocimiento. Orgullosa le explico que yo ya traigo mi foto de casa, pero él insiste en que no me la puede aceptar. Finalmente me dejo hacer la foto con esa mierda de iluminación y la webcam cutre. Evidentemente quedo fatal y amarilla como un Simpson.
A continuación me llaman para la visita con el psicólogo. Sin levantar la vista de sus papeles, el hombre me lanza una sarta de preguntas: "¿bebes? fumas? tomas drogas?" (durante un momento también temo que me pregunte si practico sexo con desconocidos). "¿Cuántos kilómetros haces en un año?"... Después paso a hacer la prueba de conducción con esa especie de Playstation ochentera. Segura de arrasar tras mis años de experiencia jugando al "Need for Speed" y al Mario Car, tomo los joysticks con seguridad. Pero para mi asombro, y acompañado por un ruido delatador, salgo repetidas veces de la carretera. Mierda! pienso, ahora el psicólogo pensará que estoy tarada. Pero no, el hombre decide darme por apta a pesar de ser un peligro manifiesto al volante.
Paso a la siguiente sala. Ahora un hombre con cara de bonachón me pide que le de el brazo, así, a pelo, sin preliminares. Me toma la tensión y luego, como si yo fuera un cadáver, me coge suavemente de la muñeca para buscarme el pulso. Asombroso! en menos de 20 segundos me toma las pulsaciones de 1 minuto. Igual de rápido me hace las pruebas del oído y salgo de la habitación preguntándome si todo ha sido un sueño.
Última prueba: el oftalmólogo. Me siento, me hace recitar las letras de la pared con un ojo tapado y el otro descubierto mientras él lee distraidamente el periódico y... ya está!
En total: casi tres horas de espera para 5 minutos de visita; pero ya tengo el carnet. Eso sí, después de pasar por caja y desembolsar 75 euros en efectivo.
Ya estoy empezando a ahorrar para cuando me vuelva a tocar repetir la misma patomima dentro de diez años...