La inactividad cría inactividad; sobretodo en verano, cuando tu cuerpo economiza gestos y movimientos para ahorrarte calor. Entonces, incluso hacer algo que te gusta -como actualizar el blog- cuesta. Por cierto, a todos esos que predijeron que este año no habría verano: ¡muajaja! se merecen un ¡zas enorme en toda la boca!
Este verano está siendo raro, pero un "raro" neutro, porque todavía no tengo claro si esa rarez es buena o mala. Es lo que tiene esperar algo durante mucho tiempo, vas acumulando ilusión y cuando eso por fin llega no puedes evitar el "¿y eso es todo?" o "me lo imaginaba diferente". Es como cuando disfrutas más planeando y preparando las vacaciones o un viaje, que luego yendo realmente a esos sitios.
Después de unos días en la playa he pasado una semana tranquila en casa de Id. Juntas nos hemos tragado de un tirón la primera temporada de Orange is the New Black, una serie de la productora de Weeds (Jenji Kohan) que está causando furor entre las lesbianas y promete ser la serie revelación de la temporada. Yo ya soy muy fan (la música de la intro, "You've got time", corre a cargo de Regina Spektor).
Además ha vuelto Pop ràpid, con una segunda temporada que de momento me está entusiasmado tanto como la primera. Adoro a The Frederics y a toda esa fauna de modernillos mediocres que pululan por el Estraperlo. Y también adoro que por fin en verano se puedan ver nuevas temporadas de series y no meras reposiciones en bucle.
Además también estoy disfrutando de un verano de buenas lecturas. Me ha gustado bastante Todo lo que soy de Anna Funder. Una novela que se mueve entre la ficción y la no ficción (está basada en personajes reales) que retrata la vida de los intelectuales y activistas alemanes exiliados en Londres tras el ascenso de Hitler al poder, y de sus esfuerzos para advertir a la resta de Europa de los peligros del nazismo.
Un libro muy cinematográfico y con un personaje central -Dora- del que es imposible no enamorarse por su valentía y compromiso.
Ahora ando enfrascada con la Poesia amorosa completa de Joan Margarit. No sé porqué pero me gusta leer poesía en verano. Tal vez sea porque es una lectura que compromete más y exige otro ritmo. Lo único que sé es que es ideal para cocinar y mesurar los tiempos de cocción. Ahora me digo: "a este arroz le falta un poema más de hervor" y así calmo mi impaciencia en la cocina.
Por cierto, ya tengo los dos carretes de fotos que hice con la Fisheye. Han quedado muy chulas! (sí, también me estoy volviendo muy fan de esta cámara, jeje):
foto: hiro