Hay veces que me cuesta volver aquí, pero siempre acabo regresando. ¿Seguiré escribiendo en este blog dentro de diez años? quien sabe... Hace tiempo que asumí que en esta vida lo único seguro es la incertidumbre.
Trabajar en agosto no me ha resultado tan duro como pensaba. Aunque el aburrimiento ha hecho que todavía encuentre más absurdo mi trabajo y mis compañeros. El jueves y el viernes me los cogí de fiesta (todavía me quedan días de vacaciones que reservo para septiembre). Me gustó levantarme temprano y desayunar en el balcón mientras observaba despertarse al barrio; ventajas de tener un balcón en un chaflán del Eixample.
También fui a la biblioteca, y me emocioné tanto, que salí con cuatro libros y dos cds. Entrar en una librería y una biblioteca siempre tendrá para mí algo balsámico. Nada malo puede ocurrirme ahí. Además, me encanta dejarme seducir o sorprender por los libros que encuentro por azar.
Así topé, en la sección de cómics, con La espinaca de Yukiko, de Frédéric Boilet, una novela gráfica que hacía años que quería leer y que casi había olvidado.
També me encontré con Riot grrrl, revolution girl style now, un libro que recoge la historia del movimiento Riot grrrl con una infinidad de material gráfico fascinante. A ver ahora si encuentro tiempo para leer éste y todos los libros que tengo pendientes y apilados en casa...
Hablando de bandas de chicas, repetimos concierto de Les Sueques -con este creo que van seis- durante las fiestas de Gràcia. Cuanto más las escucho en directo, más me gustan. También fuimos a ver las calles adornadas, pero este año con más calma. También salimos un par de noches aunque esto supusiera estar hecha una mierda al día siguiente en el trabajo (trasnochar, beber y trabajar, empieza a ser un misión imposible).
También ha habido tiempo para miniexcursiones por la Costa Brava para pasar el día con Diseñadora y su familia. Adoro a sus dos niños que aún reconocen a la pequeña que vive en mí y me invitan a jugar con ellos a exploradores. Me regalaron incluso una valiosa linterna mágica como premio: "Así podrás jugar a exploradores en tu casa". Me hicieron recordar lo fantásticos y mágicos que eran los veranos de antes.
El olor intensa a pinos también me los recuerdan, por eso me gustó tanto pasear en moto con Id por la carretera de Vallvidrera.
El jueves fue su cumpleaños y le regalé una GoPro (no sé la esperaba para nada) así que la sujetamos en la moto y grabamos la excursión. Ayer por la mañana fuimos a la playa y la probamos bajo el agua. La verdad es que mola mucho. Después comimos pollo alas como en los domingos de mi infancia.
Sí, estoy un poco nostálgica, pero hace días que tengo esa sensación tan odioso que me invade cada año a finales de agosto. El verano se acaba, el verano se acaba... y no me siento preparada para afrontar el otoño y otro invierno. Pero luego me digo que aún queda septiembre, y la experiencia me dice que puede llegar a ser un buen mes.