martes, 30 de octubre de 2012

el invitado inesperado



Este adelanto de invierno ha llegado de improviso, como un invitado inesperado, y nos ha pillado casi en manga corta. Y esto, junto con el cambio de hora (¿en serio hace falta?) ya sería suficiente para sumirme en una espesa melancolía. Pero sé que sólo ha sido un trailer, que el buen tiempo regresará el sábado y el invierno retrocederá hasta que llegue su turno.

Este fin de semana han sido las Ferias de mi pueblo, una de las fiestas más esperadas en toda la comarca. Un año más -ya van tres- Idgie vino con sus cámaras y sobrevivió a otra comida megafamiliar (esta vez sólo fuimos 14 adultos y 7 niños). A ella le sorprende, y a mí también, que tras tres años viniendo a esta comida nadie parezca sospechar que es algo más que una amiga. Además cae bien a todo el mundo: a mis primos, cuñados, tíos, sobrinos... Y esto la hace sentir cómoda, y en un futuro hará que todo sea más fácil cuando todo el mundo sepa lo nuestro.
No es la primera vez que hace un frío polar durante las Ferias, cuando era pequeña era el día que estrenábamos el abrigo, pero no es lo mismo comerte un pincho moruno a la intemperie a 10º, que a 20º. Pero lo mejor para combatir el frío es un buen vino tinto (que alcohólico me ha quedado esto) así que nos pasamos media feria en la cata de vinos, y por segunda vez (yo, que soy la persona con menos suerte en tema sorteos) me tocó un lote con dos botellas de Priorat.
Me reencontré con viejas amistades que hacia tiempo que no veía y nos pusimos al día sintetizando nuestras vidas en 15 minutos. Fui con mis sobrinos "a los caballitos", subí con mi ahijada a los autos de choque, comí churros, y me enamoré de un gatito persa con mirada psicotrópica en el pabellón de los animales (al día siguiente lo busqué para hacerle una foto y ya lo habían vendido).

La Feria es siempre la misma pero es la fiesta que vertebra el devenir del pueblo y sus habitantes (nadie se la pierde, la gente que vive fuera regresa como si fuera Navidad). En cierto modo nos da sensación de continuidad y marca la entrada del inevitable invierno.

martes, 23 de octubre de 2012

Ser o no ser hipster


hipsters en pleno brote

Mi hermana pequeña, cuando quiere chincharme me llama "hipster" o "moderna" (antes me llamaba "friki") porque según ella rehuyo de todo lo mainstream, miro cine asiático y europeo subtitulado, y me gustan los grupos de música "raros".
El otro día, en la cena de hermanas, me llamo "hipster" y el trabajo fue nuestro para explicarle a mi hermana mayor lo que significaba ser una moderna (si aún no lo sabéis este vídeo os puede ser de ayudar). Aunque admito que comparto algunas características con las modernas, no me considero una: no visto como una nerd, no soporto su superficialidad, no soy vegetariana, no llevo gafas de pasta (aunque Id quiere que me compre unas porque dice que con ellas me parezco a Rachel Maddow), etc.

Pero una serie de sucesos me han hecho ver que tal vez mi hermana pequeña tenga algo de razón...
Hace unas tres semanas entré en una librería con mi hermana y ante una montaña de libros con tapas negras me dijo: 
-¿Las sombras de quién? -respondí yo.
-¿En serio me estás diciendo que nunca has oído hablar de estos libros? pero si son un fenómeno mundial.
-Pues no.... -contesté un poco sorprendida.
Cuando me explicó el argumento de la trilogía me quedé un poco alucinada, aunque me recordó vagamente a la doble novela de Ruth Gogoll Una isla para dos, salvando mucho las distancias claro, y sin tanto BDSM. Googleando he leído críticas favorables y otras muy negativas sobre estos libros. Mi hermana los quiere leer, pero yo paso, la literatura erótica heterosexual no es que sea precisamente de mi interés... Pero desde que me enteré del fenómeno de las sombras de Grey no paro de ver los libros hasta en la sopa, y aún queda por llegar la adaptación cinematográfica, que seguro batirá récords. 


Segundo caso de desconocimiento "mainstream". Incredulidad de mi hermana 3 y cuñado ante mi ignorancia total sobre la nueva canción de Shakira. "¿En serio no has oído nunca Addicted to you?" y a continuación mis orejas sufrieron el intento de mi hermana de cantar el tema. Supongo que eso me pasa por escuchar icat fm y no los insufribles 40 principales...
En cambio, cuando en la tele hablaban del nuevo disco de Charlotte Gainsbourg y yo comenté que la actriz y cantante era hija de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, cara de perplejidad de toda mi familia en la mesa. "¿Serge qué? quiénes son esos dos?" nadie lo sabía. Y a continuación intento frustrado por mi parte, y consiguiente pérdida de dignidad, al intentar cantarles el famosísimo Je t'aime moi non plus. No les sonaba para nada, dijeron.
Tercera situación. Hasta hace un mes desconocía por completo que era "Jersey Shore" y después de saberlo sé que podía vivir perfectamente sin conocer semejante bazofia televisiva. Mi hermana pequeña es superfan del reality y ahora también sigue su adaptación made in Spain, Gandia Shore. Si no sabéis de que os hablo, por favor, no intentéis averiguarlo (nótese que no he linqueado ninguna referencia).

Y para terminar, tener 2 facebooks, 2 tumblrs (mucha gente no sabe ni lo que es), 2 blogs y  un pinterest ya me acerca más a ser una moderna que una persona "normal". Por suerte aún no tengo ni twitter, ni un videoblog...
Y todo eso me viene perfecto para comentaros que tengo un blog nuevo, esta vez en catalán. Bien, es un blog compartido con Idgie. Hace tiempo que queríamos hacer algo juntas, y nos pareció una buena idea unir nuestras dos pasiones en un proyecto común. Así nació Yashica és nom de dona, un blog compuesto por sus fotos y mis textos (de ficción) en un intento de buscar un diálogo entre ambos mundos. 

Ah! y por si no había quedado claro -y a pesar de lo anteriormente dicho- no, no me considero ni una moderna ni una hipster. He dicho.

domingo, 21 de octubre de 2012

letras o ciencias


Quien avisa no es traidor, así que sabiendo de antemano el tiempo tormentoso que nos aguardaba este fin de semana, me he tomado la lluvia con tranquila resignación. 
Me he puesto al día con Raising Hope y New Girl y sobretodo he leído mucho. El otro día fui a la biblioteca a devolver unos libros y me informaron que ya tenía 24 puntos de penalización por retrasos."Cuando llegues a los 50 el programa te bloqueará la cuenta y no podrás sacar libros en préstamo durante 15 días" - me informó con rintintín la bibliotecaria. Os parecerá ridículo, pero soy de las pocas personas a las que les avergüenza devolver un libro fuera de plazo. Pero a pesar de la amenaza velada de la bibliotecaria repelente (no sé porqué pero intuyo que me odia) volví a coger libros prestados y la edición especial con material extra de Metrópolis (soy fan de los extras de los DVDs). 
Uno de esos libros ya lo he terminado, el de Elsa Punset: Una mochila para el universo. Lo vi en la estantería de novedades y lo cogí en un impulso. Me apetecía leer un ensayo y como soy fan de Punset father pensé que el libro estaría bien y no me equivoqué. Me ha gustado mucho, es un libro ameno y dinámico que habla de algo que ahora se ha puesto bastante de moda: las emociones. El libro de Elsa Punset toca temas tan diversos e importantes como el amor, el miedo, la envidia, la necesidad de reír y ser tocados, el lenguaje no verbal, la motivación, el estrés, el optimismo...
Después de años y años de desprecio, por fin la ciencia se interesa por el mundo de las emociones y la inteligencia emocional, dos temas que me apasionan.

Esa división entre razón y emoción me ha recordado a esa especie de "segregación racial" que tenía lugar en nuestro antiguo 3º de BUP. Cuando llegaba ese curso los alumnos debían elegir entre ser de Ciencias o de Letras. Los indecisos -que estaban un poco mal vistos por los puristas de ambas facciones- hacían esa mezcla extraña que se llamaba Mixtas. 
Durante el 2º de BUP estuve dudando entre las tres opciones. Me encantaba la literatura, pero el latín me aburría un poco. Y por otro lado, me divertía mucho la física -en la que sacaba muy buenas notas- pero mi relación con las matemáticas empezó a empeorar (no es que no las entendiese es que me parecía absurda tanta exactitud; siempre he sido una relativista nata). Además la opción de Mixtas no me convencía: me atraía más el griego que esa mezcla extraña entre letras y números que es el álgebra. 
Finalmente escogí la opción de Letras, y con un suspiro de alivio dejé atrás las matemáticas para siempre.
Como existía la idea hegemónica según la cual  los alumnos listos debían hacer ciencias y los más limitados letras, recibí la reprimenda y las lamentaciones  de mi profesora de física y química por abandonar las ciencias. Pero lo bien que me lo pasé en 3r de BUP y en COU con las asignaturas de lengua y literatura me demostraron que mi elección había sido la correcta. Aunque siempre me ha quedado una chispa de frustración por haber dejado las ciencias, sobretodo la física.  Así que siempre he intentado llenar ese vacío leyendo libros de divulgación científica o viendo documentales y programas como Redes (que me encanta).
Entiendo que es necesaria la especialización, pero a la vez es una lástima tener que renunciar a partes del saber. La división entre ciencias y letras siempre me ha parecido un poco forzada, y aunque me considero más de letras que de ciencias, también siento un gran interés por campos científicos como la neurociencia.
¿Y vosotros que sois más, de letras o de ciencias?

Así es como aprendí los números de pequeña; tal vez eso explique muchas cosas...

jueves, 18 de octubre de 2012

rayos y hermanas


Llevo días sin poder actualizar por culpa de un rayo. El pasado miércoles por la noche cayó tal tormenta que mi router quedó fulminado. Al día siguiente llamé a Timofónica para solucionarlo, pero al ser vigilia de festivo me comunicaron que hasta el lunes no me podrían enviar un router nuevo. Pero como he pasado unos días en casa de Idgie, hasta hoy no he podido solucionar el tema (sí, ya sé que podría haber actualizado en su casa  pero no he tenido tiempo y no me llevo bien con el superMac de Id). 
Tantos días sin internet me han puesto de los nervios, suerte que este fin de semana estuve ocupada!

El viernes fue el cumpleaños de mi hermana mayor y para celebrarlo el resto de hermanas decidimos organizarle una cena especial el sábado: una cena de hermanas como las que solíamos celebrar antes que mis hermanas se casaran. Así que mis hermanas 2 y 3, a pesar de su fobia a Barcelona, vinieron desde el pueblo a pasar el fin de semana. El sábado por la tarde nos fuimos las tres de compras a las Arenas, básicamente porque mis hermanas no soportan ni a mi cuñado ni a los sobrinos de Barna.
Por la noche mis dos cuñados se quedaron cenando pizza y las chicas salimos solas. Hacia muchos años que no hacíamos una "cena de hermanas" así que a mi hermana mayor le hizo mucha ilusión (bien, creo que lo que le hizo más ilusión fue poder escaparse de los niños por una noche).
Por la calle y en el restaurante debíamos ofrecer un espectáculo interesante, parecíamos una despedida de soltera pero sin bandas ni chorradas en la cabeza. Y aunque físicamente la gente dice que nos parecemos bastante, en alturas y estilo de vestir somos bastante distintas. 
Durante la cena hablamos de las batallitas de siempre, recuerdos familiares, de los niños, el trabajo, política... pero lo que quedó claro es que entre mi hermana mayor y la pequeña existe eso que llaman un "gap" generacional (se llevan 19 años de diferencia). Yo, en cambio, al ser la "pequeña de las grandes" soy una especie de puente entre mis hermanas mayores y la pequeña. Eso quedó de manifiesto a la hora de decidir donde íbamos a tomar unas copas después de cenar. Mi hermana pequeña quería ir a la Ovella Negra pero mis hermanas mayores dijeron que ellas eran demasiado "viejas" para ir a ese local, y los locales que proponían ellas le parecían de "abuelos" a mi hermana pequeña. Así que les propuse ir a La Llibertària, un local del carrer Tallers que finalmente las convenció a todas. Tomamos unas copas y nos retiramos a dormir a las 2h (mi hermana 1 y 2 se morían de sueño) haciendo un "sinpa" (era una misión tan imposible que alguien nos cobrara en ese bar que decidimos marcharnos sin pagar). 

Al día siguiente hubo desayuno de hermanas y más tarde comida familiar con pastel incluido. Y después cada uno a su casa. Porque las familias son como las nubes, cuando se concentran demasiadas y empiezan a estar muy juntas, chocan y pueden salir rayos. Y ya sabemos que los rayos se cargan routers y, por lo tanto, son malos para una buena comunicación.


sábado, 6 de octubre de 2012

to Madam with love


Kaya Scodelario en True Love

Las lesbianas y los críticos de cine deben ser los dos colectivos que más películas malas han visto de la historia (y al menos los segundos ganan dinero con ello...)
¿Y por qué las lesbianas ven cine malo? os debéis estar preguntando. Bien, pues por la simple necesidad de verse representadas.

En esa sociedad, mires donde mires, la mayoría de canciones, poemas, libros, películas, etc., hablan de historias de amor heterosexuales. Cuando eres una adolescente lesbiana o gay, esa falta de referentes te hace sentir aún más sola y rara. Así que aprendes a leer entre líneas, y a ver cualquier película que tenga una mínima referencia lésbica. E incluso te tienes que resignar cuando ves que disfrazan una relación homosexual de amistad, como hicieron con la adaptación cinematográfica de Tomates verdes fritos.
Por suerte, en los últimos años, el número de películas con protagonistas homosexuales han aumentado, aunque a veces la calidad de estos productos deja mucho que desear....
Ya sé que el amor es el amor y que una historia, como por ejemplo la de Romeo y Julieta, es universal. Pero cuando te pasas la mayor parte de tu vida expuesta al bombardeo constante de mensajes heterosexuales también te apetece verte reflejada en una historia de amor entre dos mujeres.

Hace unos meses, la película sueca Kyss mig me devolvió la fe en las películas lésbicas, aunque no me gusta etiquetarlas así (nadie clasifica  Cuando Harry encontró a Sally como "cine heterosexual"). No me gustaba tanto una peli desde la magnífica adaptación que la BBC hizo de la novela de Sarah Waters FingersmithRoom in Rome, Itty Bitty Titty Committee o Fucking Amal.
Así que ayer me dispuse a ver Bloomington, que hacía mucho tiempo que tenía pendiente. Veredicto: suspendida, a pesar de tener un buen arranque y de los hoyuelos de Allison Mcatee (ais...!). Para quitarme el mal sabor de boca seguí con True Love, una serie de la BBC en la que en cada capítulo se nos cuentan una historia de amor.  El tercero precisamente trataba de una historia de amor entre una profesora y una alumna. Justo la misma trama sobre la que giraba Bloomington, pero esta vez el resultado fue muy distinto. Me gustó mucho la historia y los personajes! os la recomiendo (aquí podréis ver el capítulo subtitulado).
Pero de lo que me di cuenta es de la cantidad de películas bollos que tienen como tema central la relación entre una profesora y una alumna. Por ejemplo; la mítica Mädchen in uniforme (1931) de Leontine Sagan (considerada la primera película lésbica de la historia), su posterior remake de 1958 protagonizado por Rommy Schneider, la malísima Loving Annabelle, la inquietante Cracks, Bloomington... Por no hablar de las que tienen lugar en entornos escolares (La Calumnia, la malísima Lost and Delirious, But I'm a cheerleader, Fucking Amal...)
Y es que ¿quién no se ha enamorado alguna vez de su profesor/a? En tercero de BUP estaba coladísima por mi tutora, que también era mi profe de lengua (catalana, castellana) y literatura. Gracias a eso saqué excelente en todas sus asignaturas. Aún me acuerdo de ella, de lo mucho que me gustaba, y de lo nerviosa que me ponía cuando me hablaba. Yo también le gustaba, lo notaba, pero de otra manera (de la manera heterosexual, claro). Así que la cosa no paso de ahí.
Lástima! la realidad no siempre puede superar a la ficción, verdad?


lunes, 1 de octubre de 2012

Una canta, la otra no

fotograma de L'une chante, l'autre pas

"El carácter se forma los domingos por la tarde", Ramón Eder.
Leo esta cita en París no se acaba nunca de Enrique Vila-Matas y no puedo estar más de acuerdo. Una de las consecuencias que termine el verano es que regresan los domingos por la tarde (los de verano no cuentan). Y cómo los odio! En un ranquing de días odiosos no sé cuál ganaría: ¿los lunes o los domingos por la tarde? 
Este finde bipolar -meteorológicamente hablando- ha sido tan opuesto al anterior que ha sido difícil no caer en el aburrimiento. 

No hay nada como un día entero de lluvia para entender, con la rotundidad de una bofetada en la cara, que el otoño ya está aquí. Y por cierto, fue una entrada muy wagneriana: la madrugada del sábado me despertó una tormenta colosal con su concierto de truenos y rayos. Cuando me levanté, la lluvia seguía cayendo persistente tras los cristales, y dibujando burbujitas en los charcos (cuando eso pasa, es que lloverá todo el día, como finalmente sucedió). 
Tuve que quitar esta canción -que me encanta- de Fleet Foxes porque me estaba poniendo nostálgica de un modo otoñal. "Me niego a caer en la cálida almohada de la autocompasión"-me dije con tono melodramático (¿veis de que manera estúpida me hace hablar la lluvia?). Y puse mi recopilatorio de Belle & Sebastian para levantarme el ánimo. Aproveché el día de lluvia para leer, escribir un par de minirelatos, ordenar el ordenador (suena a redundante pero los ordenadores también necesitan limpieza), y merendar  chocolate caliente.

Parecía que nunca iba a parar de llover pero el domingo el tiempo recuperó la cordura y las nubes desaparecieron completamente del cielo.
Día de comida familiar en casa de mis padres (con minidiscusión entre mi madre y hermana mayor), y por la tarde quedé con mi amiga Mei y su pequeña de siete meses: es como su madre pero en miniatura, y sonríe sin parar. Ahora que Mei es madre nos tenemos que acomodar a un horario infantil para quedar, y pasear por el parque. Hacía mucho que no nos veíamos, así que nos pusimos al día y le hice un resumen de las Festes de la Mercè (no le sonaba ningún grupo de música de los que le hablaba). Después ella se disculpó porque su conversación se limitaba a la niña y a lo poco que dormía por las noches. "No tengo vida" -me dijo resignada. Y entonces me di cuenta de una cosa: que Mei es una mujer adulta de 30 años, y yo parezco una adolescente de 15. 
Somos amigas desde la infancia, hemos compartido muchas cosas y vivencias, pero nuestras circunstancias vitales nos han ido separando poco a poco. Y ahora, nuestros modos de vida son tan distintos como los de las dos protagonistas de aquella peli de Agnès Varda: L'une chante, l'autre pas. Sólo espero, que como ellas, lo que nos une sea más fuerte que lo que nos separa.