sábado, 18 de febrero de 2017

lecturas y otras compañías

mi habitación ideal (foto encontrada en tumblr)

Como me esperaba, enero/febrero han acabado siendo los meses más tristes, anodinos, lentos y mortalmente aburridos del año. Ha habido semanas que se me han hecho eternas, como si los días se arrastraran por unas arenas movedizas de lo más pegajosas. Poca vida social, pocas ganas de nada y visita a muchos médicos por Id (nada malo, no os preocupéis). 

El único propósito de año nuevo que sigo cumpliendo prodigiosamente y con mucho brío, es la lectura. A este paso, mi reto de leer 20 libros va a ser pan comido. Gracias a la bollotertulia -o tortitertu- el grupo de lectura al que me apunté junto a Tempesta, estoy releyendo algunos libros (cosa que no suelo hacer) con gratas sorpresas. 
El segundo libro propuesto, y sobre el que debatimos brevemente (de hecho, creo que el grupo es una excusa para beber, comer y charlar con otras bolleras) fue Orlando, de Virgina Woolf. La primera vez que lo leí, de eso hace muchos años, no me gustó demasiado. En esta segunda ocasión, en cambio, lo he disfrutado y he entendido más que la primera vez. Es curioso como a veces los libros, como algunas personas, llegan a nuestra vida cuando todavía no estamos preparados para ell@s.

Por cierto, si alguna esta interesada en unirse a la bollotertu, el próximo libro a comentar será El azul es un color cálido de Julie Maroh. Libro vs. peli, birras, comida y buena compañía.

libro vs. peli

Otro libro que he leído recientemente, y que estuve a punto de abandonar, ha sido Instrumental, de James Rhodes. Lo empecé con muchas ganas, sobretodo después de ver su entrevista en Salvados, pero a medio libro mi interés se desplomó. Su prosa repetitiva, dispersa, sin demasiado nivel literario, se me hacía pesada. Además me empezaba a afectar anímicamente el testimonio de todas la violaciones que sufrió de pequeño (no puedo con ningún tipo de violencia, y menos la dirigida contra los niños. Me parte el alma), y la narración de todas las consecuencias que eso conllevó (drogas, autolesiones, transtornos psíquicos y físicos, promiscuidad, dolor...). Pero en los últimos capítulos el libro despega. Eso sucede cuando James Rhodes habla con una pasión contagiosa de aquello que le salvó literalmente la vida: la música. Me gusta como habla de sus compositores favoritos e introduce las piezas musicales que más le conmueven. Y también de su propósito de rescatar la música clásica de las manos de los esnobs de la industria para acercarla y devolvérsela otra vez a la gente.
Gracias a él he vuelto a escuchar música clásica. (Si os interesa, aquí tenéis la playlist que James Rhodes recomienda en su libro)


Este mes también ha habido tiempo para ver buenas series y películas. En apenas tres días vimos la primera temporada de One day at a time, una sitcom de Netflix sobre una madre soltera cubanoamericana que cría a sus hijos adolescentes con la ayuda de su madre. ¡Os la recomiendo muy mucho! Hacía tiempo que no me reía tanto con una serie. Además combina el humor con temas tan serios como la inmigración, el feminismo, la religión, la sexualidad... Y el personaje de la "abuelita" (protagonizado por una genial Rita Moreno) es lo mejor de la serie. Todo el mundo que la ve, y conoce a mi madre, dice que son clavadas.


Si queréis saber como es mama hiro, Rita Moreno se le parece mucho

Y como cada año, cumpliendo la tradición de los Oscars, intento ver todas las películas nominadas a la categoría de mejor film del año. De las 9 candidatas ya he visto 4 que me han gustado mucho: La La Land, Figuras ocultas, La llegada y Lion. La La Land sigue siendo mi favorita (creo que tengo éste síndrome), pero me entusiasmó La llegada (inmerecida la no nominación a Amy Adams) y Figuras ocultas también está entre mis favoritas del año. A ver si tengo tiempo de ver alguna más antes de la entrega de los Oscars.

A parte de devorar libros, series y películas, también he tenido mi primera entrevista laboral vía Skype. La pasé y después de una dinámica de grupo de lo más rara (flipé con la agresividad y el lameculismo de algunos de los otros candidatos), recibí un mail felicitándome porque he pasado la prueba. Ahora sólo me queda superar tres entrevistas más en la misma empresa.
Sí, eso de conseguir un trabajo empieza a parecer un maratón; una tiene que tener espíritu olímpico.