Este verano me he propuesto ser más consciente del paso del tiempo, aunque -sinceramente- no sé muy bien como se hace eso. Lo único que sé es que no quiero que pase rápido, pero a la vez me muero de ganas que sea finales de julio para empezar las vacaciones.
El otro día, mientras esperaba el metro en la estación, una chica con auriculares que se detuvo cerca de mí se puso a bailar agitando los brazos. Parecía repasar los movimientos de alguna coreografía secreta, e imaginé que debía ser una bailarina que repasaba sus apuntes antes de ir al ensayo. Al menos, eso parecían decir sus movimientos finos y precisos. Llevaba la ropa sin planchar, sobretodo los pantalones, que de tan arrugados parecían un acordeón. Miré a mi alrededor, pero nadie parecía haberse fijado en la chica-bailarina del andén, estaban demasiado absortos con sus móviles. Me pregunté que era más sorprendente, que una chica misteriosa se pusiera a bailar de repente en el metro, o que el resto de personas de la estación la ignoraran completamente.
Sea como sea, me entraron ganas de seguirla y no ir al trabajo. Allí me aburro y paso mucho frío.
Por las tardes empieza mi otra vida. Nuestra amiga Diseñadora, junto con su familia, está montando un bar en Gràcia y ha contratado a Id para que le haga un reportaje sobre la remodelación del local. Una tarde quedamos con ella y nos enseñó el bar. También hablamos de su nueva vida desde que dejó un trabajo que odiaba, y nos invitó a pasar algún día en su casa del Empordà.
También hemos ido a ver dos películas más del Fire: Girls Lost, de la misma directora de Kyss mig; y The summer of Sangaile, la película que Lituanía presentó a los Oscars. Me gustaron bastante las dos; la primera por la manera tan original de hablar de la identidad de género, y la segunda por la fotografía y por el personaje de Auste.
No fuimos a ver La belle saison, la película francesa que abría el festival, porque ya la habíamos visto. Pero os la recomiendo, una de las mejores películas lésbicas del año después de Carol, por supuesto.
Tampoco nos perdimos el Pride, aunque la ola de calor estuvo a punto de persuadirme de quedarme en casa. Quedamos con Jeia y su novia en el Cometa para "hidratarnos" antes de la rúa, y cuando llegamos al puerto, nos encontramos con MPop y su hermana.
Este fin de semana tampoco hemos parado. Eran las fiestas del Carmen en el pueblo de costa donde siempre hemos veraneado, y este año, por fin Id pudo venir y subir en barca para ver la procesión marinera y los fuegos artificiales. Disfrutamos de un fin de semana de playa, sol y sobrinos.
Este fin de semana tampoco hemos parado. Eran las fiestas del Carmen en el pueblo de costa donde siempre hemos veraneado, y este año, por fin Id pudo venir y subir en barca para ver la procesión marinera y los fuegos artificiales. Disfrutamos de un fin de semana de playa, sol y sobrinos.
Ayer me cogí el día libre porque siento que necesito un paréntesis de tiempo. Un día de no hacer nada, de dejarme llevar por las necesidades más básicas: dormir, comer, beber, leer... He descubierto que uno de mis momentos preferidos del día es cuando riego las plantas al atardecer. Me produce ternura ver como mis plantas sobreviven, incluso crecen y están más hermosas cada día. Eso, no sé porque, me da esperanza. Luego, me siento en mi silla del balcón, y leo mientras la tarde se apaga.