Dicen que el tiempo pasa rápido cuando te lo pasas bien o eres feliz. Así se entiende que 5 años puedan parecer un suspiro y te dejen ganas de más.
El viernes, Id y yo cumplimos 5 años de pareja. ¡Cinco años! si lo pienso, si soy consciente de la suma de días que comporta, confieso que siento cierto vértigo. Me parece increíble que el tiempo haya pasado tan rápido, porque siento que todo empezó ayer. Y también siento que cada año que pasa la quiero más y ya no puedo imaginar como era mi vida antes de conocerla.
Días, semanas, meses... que se han ido sobreponiendo fácilmente, dejando un sedimento de buenos recuerdos e instantes de felicidad. En estos 5 años también ha habido algún momento malo, alguna discusión, pero nada importante que no se haya solucionado con compresión y mucho amor.
Para celebrar nuestro primer lustro -y
como os comenté- teníamos planeado ir al teatro y a cenar, pero al sr. Murphy no le gustó la idea y decidió intervenir (¡qué mal me cae ese tío!). Por suerte pudimos vender las entradas, pero el viernes llovió (¿otra vez el pesado de Murphy?!!) y en lugar de ir al restaurante con terraza que teníamos pensado, optamos por una cena más informal en un restaurante cerca de casa.
But nevermind! El sábado teníamos un planazo y esta vez Murphy no se atrevió a presentarse, ¡hala!
Hacía mucho tiempo que quería ir de excursión a
La Fageda d'en Jordà, un bosque de hayas precioso que hay en la comarca de La Garrotxa; y para celebrar nuestro aniversario decidimos ir. Además, dicen que en otoño está precioso, y que es la estación ideal para visitar La Fageda, ya que entonces se puede apreciar el cambio de hojas y sus diferentes tonalidades.
La Fageda d'en Jordà
Cuando llegamos a la Fageda, lo primero que nos sorprendió fue la cantidad de gente que había en la zona de aparcamiento. ¡Aquello parecía PortAventura! Pudimos aparcar de milagro y gracias a un señor andorrano muy amable que movió su coche para que cupiera el nuestro.
El parque ofrece diferentes rutas, según el grado de dificultad, y el tiempo de que se disponga. Nosotras decidimos hacer la ruta sencilla, la Joan Maragall (en honor
al poema que el escritor dedicó al lugar), y que discurre por el bosque de hayas.
A causa de las temperaturas relativamente suaves de lo que llevamos de otoño, el cambio de hoja todavía no estaba en su máximo esplendor, pero aún así, la belleza del lugar es espectacular. Una empieza a adentrarse en el bosque como quien entra en un mundo mágico y a medida que pasa el tiempo la fascinación del lugar, te va cautivando y te atrapa. Es como si entraras en un bosque de cuento. Los árboles son tan altos que las copas, tocándose en el cielo, parecen las bóvedas de un catedral gótica. Y la manera que tiene la luz de colarse entre las hojas es fascinante. En ese sentido, el interior de la Sagrada Família de Gaudí se le asemeja bastante.
A pesar de cantidad de gente que había, pudimos disfrutar del paseo, aunque un poco de silencio no hubiera estado mal. Las dos disfrutamos haciendo fotos, y lo que en principio era un ruta de 30 minutos, nos costó 2 horas.
Como siempre, nos quedamos con ganas de más. Así que La Fageda promete ser una excursión recurrente.
Después de nuestro paseo, decidimos ir a comer a
Besalú, un pueblo con un casco antiguo y un puente medieval precioso.
Besalú
Tras una breve visita al pueblo, por falta de tiempo y de luz (¡cómo odio que anochezca tan rápido!) nos dirigimos hacia Barcelona. Allí nos esperaban la Chica Azul y la Noia, con quienes teníamos otra cosa que celebrar.
Fuimos a cenar a
El dinàmic, un nuevo restaurante en el barrio de Sant Antoni (el barrio de moda ahora en Bcn). El local, un antiguo taller mecánico, es lo mejor, ya que reproduce la estética de un terrado, con un jardín vertical y una cascada incluida. La comida es buena y los precios muy asequibles. Nos gustó mucho, y como está cerca de muchos de nuestros bares preferidos, ha convertido Sant Antoni en nuestro barrio gastronómico preferido.
El Dinàmic
De ahí, nos fuimos a tomar unas copas a otro bar, y charlando, charlando, se nos pasó la noche.
Cuando regresamos a casa, parecía que hacía siglos que nos habíamos marchado. Fue un día genial y una celebración de cumpleaños inolvidable. Ahora a por el sexto! :)
Si supiera cantar tan bien como Zooey, le dedicaría esta canción a Id: