jueves, 24 de septiembre de 2015

Cambios y esperas

Cúpula Full Dome (festes de La Mercè)  fotos: hiro

Este blog corre el riesgo de convertirse en un blog-menstruación; de esos que se actualizan una vez al mes. No me gustaría que fuera así, cuando empecé con esto de los blogs tenía la fantasía que el mío sería diario, confiando en que siempre tendría tiempo y cosas que contar. Pero a la práctica, ya sabemos que las cosas son distintas.

Ayer empezó oficialmente el otoño. Me pongo triste solo con decirlo escribirlo. Este verano ha sido intenso, a ratos estresante, pero no me importaría que volviera a empezar junio. Siempre digo que para mí el verano termina con las fiestas de la Mercè, es decir hoy, pero esta vez me resisto a dejarlo marchar.



Este año las fiestas me han pillado a contrapié y bastante ocupada, y como Id también estaba liada con el trabajo, no hemos disfrutado demasiado de La Mercè. Nos limitamos a ir un par de noches a la Ciutadella a cenar en el Van van market, ver el mapping en el Avión Navecultural, proyectar nuestra cara en Narcissus (fue una experiencia muy curiosa) y algún espectáculo más. Además, Id tuvo un pequeño accidente con la moto (por suerte no fue nada) y no estaba para andar demasiado.

Narcissus (no, evidentemente no soy yo ¬¬)


Unas semanas antes nos fuimos con la pandilla de las Sestras (Yellow, las Gemelas, Shawn...) a Razzmatazz, a la fiesta Las Cinco (una fiesta LGBT) porque queríamos ver a Javiera Mena. Como nuestras amigas son superfans, vimos el concierto desde primera fila, con el consecuente agobio y sufriendo la mala educación de personas que no se merecen que se las considere como tales. Pero valió la pena, porque el espectáculo me gustó mucho y Javiera, en persona, es más pequeñita y guapa de lo que imaginaba.




El día siguiente era la Diada y teníamos pensado ir a Barcelona, pero me levanté con gastroenteritis y nos tuvimos que contentar viéndolo todo por la tele.

Septiembre también ha sido un mes de celebraciones y despedidas. La chica Azul cumplía una década como barcelonesa y eso tenía que celebrarse. Nos invitó a cenar y a unas copas, y eso siempre es sinónimo de risas y buenos momentos. Nos reímos mucho viendo sus álbumes de fotos (los ochenta hicieron mucho daño...) y tuvimos que sufrir escuchar su lista de las 50 mejores canciones de la historia (jajaja).
El viernes pasado fue mi último día en el trabajo, y aunque no fuera el curro de mi vida, me dio mucha pena dejarlo; pero eso es la vida, ir quemando etapas. Además era complicado compaginarlo con el curso que hago por las tardes. 
Es durillo volver a estudiar después de tantos años. Sigo bien las clases, aunque hay días en que el contenido se me hace pesado y lioso. Entre las más de 40 personas que acudimos a clase, está mi hermana mayor. Sí, voy con ella a clase y como alumna es un incordio; no para de hablar durante las clases y tengo que mandarla callar. Y también me ha parecido detectar a otra bollera entre las alumnas. Las bolleras, cuando llegamos a un lugar nuevo (sea un trabajo, conferencia, biblioteca...) solemos encender nuestro gaydar para localizarnos. 
Y como no, el sr. Murphy  ha aparecido en mi vida para jod..mela. Justo la semana que empiezo el curso, me ofrecen un trabajo de lo mío que no pude coger por incompetencia horaria. En fin, todo sea para mejor. 
El otoño se presenta lleno de cambios e incertezas, y eso me causa cierta desazón pero me he propuesto mirar hacia adelante con esperanza e ilusión.