sábado, 16 de diciembre de 2017

he aprendido a emparejarme los calcetines


Cada vez me cuesta más volver a la rutina laboral tras días de descanso. En este nuevo trabajo vivo pendiente de unos horarios cambiantes que solo conozco de trimestre en trimestre.
Tuve dos semanas de vacaciones que, como siempre, me parecieron cortas. Id y yo, coincidiendo con nuestro aniversario de pareja, fuimos a pasar unos días a la Val d'Aran. No conocía la comarca y me gustó mucho, a pesar del frío atroz que venía cada tarde cuando oscurecía. ¡Cómo odio el invierno y el frío!

Después, el regreso al trabajo se me hizo más cuesta arriba que nunca porque Id me dejó casi una semana sola. Tuvo que marcharse a Valencia por una urgencia familiar (no os preocupéis, tema controlado y solucionado). Esos días, y noches, que pase sola en nuestro piso de Barcelona fueron bastante desoladores. La ausencia es la presencia más intolerable de todas. Volver a ser una, como cantan La Iaia, fue un ejercicio de resta complicado. Las mates nunca fueron lo mío.
El descubrimiento del nuevo disco de La Iaia justo esos días fue un consuelo inesperado y una gran compañía.



También recupere el tiempo para la lectura. Me entusiasmó y emocionó el libro de Tina Vallès, La memoria del árbol (merecido premio Anagrama de novela). Si tuvisteis una relación especial con alguno de vuestro abuelos seguro que os emocionará; a mí me hizo acordarme mucho de mi abuelo Mingo, de las canciones que me cantaba, de las historietas que se inventaba, y sobretodo de cuando me enseñaba a jugar a cartas y al dominó. 

También hice una incursión rápida a la biblioteca de nuestro barrio. ¿Por qué rápida? os preguntaréis; porque por desgracia no me gusta nada esa biblioteca: siempre huele a pescado (está justo encima del mercado) y su distribución en tres pisos es incómoda e irracional. 
Al entrar en la biblioteca un libro en el estante de novedades picó mi curiosidad con su título presuntuoso y prometedor: Este libro te alegrará la vida, de Daniel Gray. Decidí cogerlo a modo de reto, ¿podría ese libro, de título pretencioso, cumplir su promesa? Pues tras varios capítulos tuve que admitir que sí. El reto tampoco era complicado para una enamorada de la lectura como yo, ya que el libro describe cincuenta momentos de felicidad relacionadas con la lectura.

Otro libro, un poco más complejo, que me acompaña en mis viajes en bus de ida y vuelta al trabajo es Fuera de clase: textos de filosofía de guerrilla de Marina Garcés. Compuesto también de capítulos breves, pero suculentos, la autora nos reta a cuestionarnos y replantearnos infinidad de temas filosóficos desde una perspectiva bastante accesible.



Cuando Id regresó, la vida social y la alegría también volvieron. Mi hermana y sobrina vinieron a pasar un fin de semana con nosotras, fuimos de compras, y de turismo por Barcelona. Fuimos a un concierto de Mishima (ya he perdido la cuenta de las veces que los he visto en directo). Y en breve nos esperan varias cenas navideñas de esas que sí te hacen ilusión.

viernes, 10 de noviembre de 2017

como decíamos ayer

foto encontrada en tumblr

El otro día, sin saber cómo, me encontré visitando el primer blog que empecé a escribir hará este mes unos nueve años.
Es raro eso de visitar tu "yo del pasado", como en ese cuento navideño de Dickens que hemos visto mil veces adaptado. Mi vida, comparada con la de entonces, ha cambiado tanto que me parece increíble como el pequeño gesto de abrir un blog tuviera un efecto tan decisivo en mi vida. 
Me doy cuenta que he empezado y terminado la frase anterior con el mismo sintagma: "mi vida".
Como ya apunté en mi anterior -y lejana- entrada del mes de julio, sigo en ese estado de duda vital, de crisis existencial que me lleva hasta dudar de la tontería de si volver a dejarme el cabello largo o cortármelo otra vez.
Busco la etimología de la palabra 'crisis' y encuentro que viene del "griego 'krisis' y éste del verbo 'krinein', que significa "separar" o "decidir". Crisis es algo que se rompe y porque se rompe hay que analizarlo".
Aunque también me digo que tal vez se trate solo de una fase tonta, y que no debería hacerle demasiado caso  a mis dudas y cavilaciones.

Sea como sea, he añorado el blog, no lo he sabido hasta hoy, en que aprovechando unos días de vacaciones me he puesto a releer entradas antiguas y  otros blogs. 

Podría haceros un resumen de estos últimos meses sin actualizar, pero la idea de hacerlo me aburre tanto como os aburriría a vosotr@s leerlo. Así que, como dijo aquél,  prefiero reemprender el blog con un "como decíamos ayer" y con las mismas ganas e ilusión que lo hice hace nueve años.

viernes, 14 de julio de 2017

Lugares mágicos que no quieres abandonar

Ayer por la noche tuve una epifanía, uno de esos momentos en que me dije "esto es el verano". Comer una hamburguesa deliciosa bajo la luz de las estrellas en el jardín de mi antigua universidad, después de un concierto caluroso de Les Sueques.
No quiero que el verano termine sin darme cuenta, sin disfrutarlo; es una de las cosas que más rabia me daría que pasaran.

Esta semana he tenido tres días libres que no sé si he aprovechado como hubiera debido, pero estoy harta de sentirme culpable por esas cosas.


He terminado de releer Tomates verdes fritos. Es la próxima lectura de la bollotertulia a la que acudo cada mes. Hacía días que arrastraba las veinte últimas páginas de la novela, pero es que me daba una pena infinita terminarla. No quería abandonar Whistle Stop, con sus historias y personajes entrañables y mágicos. 
La otra noche Id preparó tomates verdes fritos con salsa de leche al estilo Sipsey, y volvimos  a ver la película.


No conseguimos decidir que era mejor: el libro o la adaptación cinematográfica. Cada una tiene su parte buena y mala. Ojalá se hubieran atrevido a mostrar la historia de amor entre Idgie y Ruth, en lugar de silenciarla y disfrazarla de amistad hetero. Para mí, es lo más imperdonable del film. Pocos referentes lésbicos que tenemos y nos los roban.



A parte de eso, la riqueza de matices y lecturas de ambas obras es apasionante, y quien las tome por obras "menores" o historias "de mujeres" se equivoca mucho. 
No estaría mal que alguna productora estilo Netflix se atreviera a hacer una serie sobre el libro.

Hablando de referentes y empoderamiento, el miércoles repetimos sesión de cine con Wonder Woman. Esta vez nos acompañó Nosu, que también flipó con la película. 
Salimos de la sala eufóricas, en estado de trance épico y  amazónico. Deseando vivir en Temiscira, esa isla llena de mujeres impresionantes como Antiope (Robin Wright), para mí lo mejor de la película junto a Gal Gadot. (Memorable la batalla en la playa!)
¡No os podéis imaginar cómo me hubiera gustado ver una película así cuando era pequeña...! Cuando todo el cine de aventuras y super heroes estaba capitalizado solo por hombres.




Últimamente le estoy dando vueltas a todo, planteándome muchas cosas, como mi futuro inmediato, qué es lo que quiero hacer con mi vida, dónde quiero vivir, etc.  Por suerte, entre tanta incertidumbre, incluso en eso, Id está en sintonía conmigo.

(El nuevo álbum de The Drums me acompaña estos días).

martes, 20 de junio de 2017

el verano que nos espera

El domingo fue el primer día de verano. Fuimos a la playa y por la noche, con el sol todavía ardiéndonos en la piel, fuimos a un concierto genial de Belle and Sebastian al aire libre. (En poco más de un año es la segunda vez que veo a Stuart Murdoch).

foto: Id

Ese momento inaugural, cuando el verano despunta, es uno de mis favoritos del año. Empieza una época llena de promesas, de diversión, de sol y aire libre, de instantes únicos que sabes que incorporarás a tu memoria.
En muchos aspectos siento que estoy en ese momento preciso que precede a un salto: cuando después de coger mucha carrerilla tu cuerpo despega y se abre a lo incierto.
Este blog también ha sufrido un salto, una elipsis temporal y narrativa de casi dos meses. ¿Algún día aprenderé a gestionar mejor el tiempo en esas épocas que la vida se acelera y sube de velocidad?
A modo de flashback acelerado os diré que fuimos de vacaciones a Valencia, a visitar a la familia de Id y a hacer un poco de turismo. También pasamos unos días en el Pedraforca, una montaña enigmática y mágica.
Después de ese paréntesis de paz, la vida se aceleró. Nuevas rutinas, nuevo trabajo, gente nueva... Muchas cosas y procedimientos que aprender y poco tiempo para relajarme y asimilar los cambios.
En medio, mucha vida social y varios cumpleaños, entre ellos el mío, que a partir de ahora compartiré con una nueva personita: la sobrinita francesa de Id.
Con el verano que nos espera no sé cuando encontraremos tiempo para ir a París a conocerla.

Hablando de París, estoy barajando la idea de volver a estudiar francés e inglés. Este fin de semana fuimos al Institut Francès a ver un par de películas del Fire y estuve hojeando información sobre cursos de francés. 
¿Qué pelis fuimos a ver? Io e lei, una comedia italiana que nos gustó y nos hizo reír mucho; y el documental sobre Chavela Vargas que os recomiendo muy mucho. Aunque no os guste en especial su música, os enamorará el arte, la pasión y la personalidad de esta artista impresionante.

miércoles, 26 de abril de 2017

cansancio aislante


Después de los días de relax de Semana Santa que pasamos en mi pueblo y haciendo excursiones por parajes y montañas mágicas, la vida -de repente- se aceleró. Después del maratón de cinco entrevista, me llamaron para comunicarme que me daban el puesto; pero primero me quedaba una semana intensa en el otro trabajo temporal. Conocí a gente nueva y aprendí rutinas nuevas que sorprendentemente me encantaron y en las que me sentí muy a gusto.
En medio de esto, un concierto de Pajaro Sunrise que estuvo genial pero que no disfruté del todo. Mientras el resto de público estaba conectado con la música, yo me sentía como si llevara un traje impermeable que me impedía disfrutar del concierto. Me sentía aislada de los demás. Creo que era por el cansancio.
Después del concierto nos fuimos de copas con las Heteras, pero la sensación de desconexión persistía. Como al día siguiente me tocaba madrugar nos fuimos relativamente pronto del local.

El fin de semana de Sant Jordi fue agotador. Trabajar en una librería esos días se parece mucho a sobrevivir a un holocausto zombie. El sábado parecía que regaláramos los libros, en la librería no cabía ni un alfiler. La gente me agarraba del brazo, me pedía con mirada suplicante que le ayudara a encontrar un libro, o que le recomendara una lectura para su novio de 21 años al que no le gustaba leer, etc.

ojalá hubiera tenido una escalera como esa para huir de alguna gente en la librería

Pero lo peor llegó el día de Sant Jordi. El domingo me tocó estar en la parada que teníamos en Rambla Catalunya. A las diez de la mañana había tanta gente que cuando volví a mirar el reloj ya eran las 15h de la tarde. Había tanto trabajo que no paré ni un segundo. Y por la tarde, más de lo mismo. La multitud solo disminuyó cuando empezó el Madrid-Barça.
A pesar del cansancio, me lo pasé muy bien con los compañeros. Por suerte el ambiente laboral era muy bueno, todo el mundo era muy majo (lo contrario que en mi curro anterior).
Después de recoger la parada y los libros (ya casi a las 10 de la noche) Id vino a recogerme en moto. Estaba agotada. Era el primer Sant Jordi que no pasábamos juntas paseando por Barcelona. Suerte que por la mañana ya nos habíamos intercambiado nuestros libros (ella me regaló este libro y yo ese).

Al día siguiente estaba hecha polvo, y además me levanté con una contractura muscular que me ha durado hasta hoy. El cansancio me ha dejado bastante desmotivada y sin energía.
Por suerte no empiezo en el otro trabajo hasta aquí un par de semanas. Todavía no he asimilado que haya conseguido superar un proceso de selección tan largo. Ahora solo tengo ganas de descansar, leer, dormir y de sofá.

Hablando de sofá, ya hemos terminado las series Feud y Big Little Lies (la banda sonora es fantástica). Las dos series me han encantado, además tienen unas actuaciones femeninas geniales. Os las recomiendo.

sábado, 8 de abril de 2017

como una caja de cereales



Esta semana he ido a dos entrevistas de trabajo. Una era la continuación de ese maratón de entrevistas de que os hablé. Y la otra, fue una entrevista relámpago de la que salí con el trabajo bajo el brazo (bueno, un trabajo de una semana, eh?).
De tanto contar mi vida en las entrevistas estoy perfecionando mi relato. Tanto, que cada vez que lo cuento me suena más irreal. No hay nada que odie más en el mundo que "presentarme" ante los demás. Como si una pudiera resumir quien es y de que 'ingredientes' está hecha, como si fuera una caja de cereales. Además todo debe sonar compacto, bien articulado, obviando los errores y los defectos, disfrazándolos de virtudes y habilidades.
Parece que soy buena ficcionando mi vida, o eso parece de momento. Después de cada entrevista voy recibiendo mails felicitándome por haber pasado a la siguiente fase. De momento 4 de 5. Confieso que ya tengo ganas de mandarles a la mierda de agotamiento. 

El otro día debería haber pedido a El Santet un poco de paciencia y perseverancia, pero me olvidé. Aprovechando que iba a probar un bicicleta preciosa -que al final no compré porqué me di cuenta que no me la puedo permitir- a Poblenou, hicimos turismo por el barrio. Visitamos el cementerio en busca de El Santet, toda un rock star de los muertos. Su tumba parece un altar donde los fans le escriben peticiones, le traen flores y demás promesas (los exvotos de cera son de los más creepys). Junto a nosotras llegó un numeroso grupo de turistas, dirigidos por el guía del cementerio, que nos animó a despedirnos rápido de El Santet.
De ahí intentamos ir a hacer unas tapas a la Barceloneta pero el barrio ya empieza a estar demasiado saturado de turistas. Igualmente valió la pena pasear con la moto por Barcelona, la primavera le sienta genial a esta ciudad.
Id me "obligó" a comprarme una chaqueta de moto decente para poder llevarme de excursión fuera de Barcelona. Ahora me siento robocop pero también más segura.

Stuart Murdoch

En cambio comprarme las entradas para el concierto de Belle and Sebastian para el Festival Jardins de Pedralbes me dejó inquieta. Las entradas eran carísimas y la última vez que compré unas para verles, Stuart Murdoch se puso enfermo y se suspendió el bolo. Tendré que ir a pedirle a El Santet que esta vez no pase nada.

Y otro grupo que también tengo ganas de volver a ver en directo son los Mishima. El 5 de mayo sacan nuevo disco (Ara i res) y su adelanto "Qui més estima" (Quien más ama) me ha entusiasmado.

jueves, 23 de marzo de 2017

la primavera ha venido y yo sé cómo ha sido


cinemagraph de Julien Douvier

"La primavera ha venido, nadie sabe como ha sido".
Antonio Machado

Este año me propuse captar cada paso o susurro que diera la primavera para que no me sorprendiera, y así, no encontrármela de golpe en las calles, sin saber por dónde, ni cómo había venido. 

Por eso espío minuciosamente todos los cambios; como se alargan las horas de luz, los árboles de mi calle... Cada día observo como van brotando silenciosamente y con disimulo las hojas del plátano que vive bajo mi ventana. Esta mañana un par de cotorras brincaban por las ramas como si comprobaran su resistencia y aguante. Cuando -por alguna desconocida razón- la rama las convencía, la rompían con su pico y se la llevaban volando hacía algún lugar secreto. Su sombra juguetona las seguía por el asfalto calle arriba. Me han entrado ganas de seguirlas, y como un jubilado, pararme a inspeccionar como evoluciona la construcción de sus nidos.
Para celebrar la primavera he comprado geranios y otras plantas para llenar el balcón de vida y de color. No entiendo a la gente que tiene los balcones vacíos. Id y yo fuimos a esa floristería enorme que hay en la calle Valencia; esa que no cierra nunca. Las noches que tengo insomnio me calma pensar que esa floristería siempre está abierta, esperando que alguien entre a comprar flores.

foto: Id

El resfriado que no pillé en invierno se ha esperado, como siempre, a que llegue marzo para atacarme. Eso me pasa por ir a esquiar este fin de semana. Bien, la que esquió fue Id y su hermana, yo me quedé leyendo bajo un abeto rodeada de nieve. Calor de verano al sol que hizo posible esquiar en manga corta y que yo pillara un resfriado por los cambios bruscos de temperatura (a mi cuerpo parecen no gustarle). 
El fin de semana anterior habíamos ido a la playa y a comer una fideuá a la Barceloneta. Verano e invierno mezclados gracias a las "bondades" del cambio climático.

Con la primavera también crecen las ganas de salir de casa y de comerme la vida. También, las de leer y escribir.
Leo en la interesante A Virginia le gustaba Vita (próxima lectura de la bollotertulia) que la Woolf siempre llevaba en el bolsillo una libreta de notas para apuntar las ideas que se le iban ocurriendo, sobretodo durante sus largas caminatas. A mí las ideas geniales se me ocurren cuando voy en moto o estoy en la ducha. Si fuera escritora, sería la novelista más limpia del mundo. Si no me diera una vergüenza mortal utilizaría la grabadora del móvil para guardar mis notas mentales, pero incluso soy incapaz  de enviar audios de whatsapp por el apuro que me da escuchar mi propia voz. 

(Esta canción me inspira  primavera)

viernes, 10 de marzo de 2017

la utilidad del dolor

"A veces se apodera de mí ese estado de ánimo en el que cuanto veo o pienso me deprime. Todo parece una prueba de que el mundo es una mierda y va a peor".
Algun día este dolor te será útil, Peter Cameron

Cheryl Strayed

Inadaptado, es el adjetivo con el que James, el protagonista adolescente de Algún día este dolor te será útil, se identifica. A su edad, yo también me sentía así, inadaptada, fuera de lugar.
En un antiguo post ya hablé de mi gusto por los libros y películas sobre adolescentes atormentados y misántropos como Holden Caulfield, Antoine Doinel, la Mick de El corazón es un cazador solitario... Ahora tendré que sumar a James Sveck a mi universo de adolescentes decentes.
He disfrutado mucho con esta novela, con las reflexiones de su protagonista, su manera de ver el mundo, tan semejante a la mía a su edad, con los mismos conflictos y con esa sensación constante de no encajar en el mundo que le rodea, y menos todavía en el de los adolescentes. La novela, además, tiene unos diálogos fascinantes; sobretodo los que mantiene James con la psicóloga o con su abuela Nanette (un personajes entrañable).
"Se paciente y fuerte; algún día este dolor te será útil". ¿Tiene ulitidad el dolor? según la cita de Ovidio que encabeza el libro, sí. Ese dolor de la juventud por el que todos hemos pasado, más o menos... 

Como podéis comprovar, sigo con mi afán lector. Me alegra haber recuperado el tiempo de lectura, y tras el libro de Peter Cameron, vienen un par que de momento también estoy disfrutando mucho: El gato que venía del cielo de Yoko Ogihara y sobretodo Salvaje de Cherly Strayed, un libro que también gira entorno al dolor y como hacerle frente. (Después de ver la película, quedé fascinada con la historia y con ganas de hacer el sendero de la Cresta del Pacífico).

Por lo menos, el tiempo en que "todo me deprime" -como a James- está pasando. Las horas de luz se va alargando y con ellas mis ganas de socializar y hacer mil planes.

foto: Id

Ir a la manifestación del Día de la Mujer fue estimulante. Toda esa energía, sororidad y rabia femenina contenida fue un subidón de autoestima. Quedamos con mi hermana, Tempesta y con Cake, la nueva novia inglesa de M.Pop que no tiene ni idea de español. Así que hablar con ella siempre supone un desafio para mi patético nivel de inglés hablado.
No me esperaba que hubiera tanta gente, y me alegró ver la cantidad de hombres feministas que había en la manisfestación.
Cuando regresábamos a casa en moto, una explosión de júbilo salió de repente de un bar: GOOOOOL!! El Barça había conseguido una remontada histórica (eso refuerza mi teoría que doy mala suerte al Barça si miro por la tele los partidos de cuartos de final de la Champions. Por suerte eso no pasa en las finales, uf!). Fue un final de día apoteósico.


Para terminar la semana feminista, esta noche iremos al concierto que Lidia Damunt dará en Barcelona y en el que presentará su último disco Telepatía.



Y el sábado también iremos al concierto organizado para celebrar el Día Internacional de la Mujer.
(Ok, que actúen Les Sueques es la verdadera razón por la que quiero ir. Pero es que su nuevo disco me está gustodo muchísimo!)

sábado, 18 de febrero de 2017

lecturas y otras compañías

mi habitación ideal (foto encontrada en tumblr)

Como me esperaba, enero/febrero han acabado siendo los meses más tristes, anodinos, lentos y mortalmente aburridos del año. Ha habido semanas que se me han hecho eternas, como si los días se arrastraran por unas arenas movedizas de lo más pegajosas. Poca vida social, pocas ganas de nada y visita a muchos médicos por Id (nada malo, no os preocupéis). 

El único propósito de año nuevo que sigo cumpliendo prodigiosamente y con mucho brío, es la lectura. A este paso, mi reto de leer 20 libros va a ser pan comido. Gracias a la bollotertulia -o tortitertu- el grupo de lectura al que me apunté junto a Tempesta, estoy releyendo algunos libros (cosa que no suelo hacer) con gratas sorpresas. 
El segundo libro propuesto, y sobre el que debatimos brevemente (de hecho, creo que el grupo es una excusa para beber, comer y charlar con otras bolleras) fue Orlando, de Virgina Woolf. La primera vez que lo leí, de eso hace muchos años, no me gustó demasiado. En esta segunda ocasión, en cambio, lo he disfrutado y he entendido más que la primera vez. Es curioso como a veces los libros, como algunas personas, llegan a nuestra vida cuando todavía no estamos preparados para ell@s.

Por cierto, si alguna esta interesada en unirse a la bollotertu, el próximo libro a comentar será El azul es un color cálido de Julie Maroh. Libro vs. peli, birras, comida y buena compañía.

libro vs. peli

Otro libro que he leído recientemente, y que estuve a punto de abandonar, ha sido Instrumental, de James Rhodes. Lo empecé con muchas ganas, sobretodo después de ver su entrevista en Salvados, pero a medio libro mi interés se desplomó. Su prosa repetitiva, dispersa, sin demasiado nivel literario, se me hacía pesada. Además me empezaba a afectar anímicamente el testimonio de todas la violaciones que sufrió de pequeño (no puedo con ningún tipo de violencia, y menos la dirigida contra los niños. Me parte el alma), y la narración de todas las consecuencias que eso conllevó (drogas, autolesiones, transtornos psíquicos y físicos, promiscuidad, dolor...). Pero en los últimos capítulos el libro despega. Eso sucede cuando James Rhodes habla con una pasión contagiosa de aquello que le salvó literalmente la vida: la música. Me gusta como habla de sus compositores favoritos e introduce las piezas musicales que más le conmueven. Y también de su propósito de rescatar la música clásica de las manos de los esnobs de la industria para acercarla y devolvérsela otra vez a la gente.
Gracias a él he vuelto a escuchar música clásica. (Si os interesa, aquí tenéis la playlist que James Rhodes recomienda en su libro)


Este mes también ha habido tiempo para ver buenas series y películas. En apenas tres días vimos la primera temporada de One day at a time, una sitcom de Netflix sobre una madre soltera cubanoamericana que cría a sus hijos adolescentes con la ayuda de su madre. ¡Os la recomiendo muy mucho! Hacía tiempo que no me reía tanto con una serie. Además combina el humor con temas tan serios como la inmigración, el feminismo, la religión, la sexualidad... Y el personaje de la "abuelita" (protagonizado por una genial Rita Moreno) es lo mejor de la serie. Todo el mundo que la ve, y conoce a mi madre, dice que son clavadas.


Si queréis saber como es mama hiro, Rita Moreno se le parece mucho

Y como cada año, cumpliendo la tradición de los Oscars, intento ver todas las películas nominadas a la categoría de mejor film del año. De las 9 candidatas ya he visto 4 que me han gustado mucho: La La Land, Figuras ocultas, La llegada y Lion. La La Land sigue siendo mi favorita (creo que tengo éste síndrome), pero me entusiasmó La llegada (inmerecida la no nominación a Amy Adams) y Figuras ocultas también está entre mis favoritas del año. A ver si tengo tiempo de ver alguna más antes de la entrega de los Oscars.

A parte de devorar libros, series y películas, también he tenido mi primera entrevista laboral vía Skype. La pasé y después de una dinámica de grupo de lo más rara (flipé con la agresividad y el lameculismo de algunos de los otros candidatos), recibí un mail felicitándome porque he pasado la prueba. Ahora sólo me queda superar tres entrevistas más en la misma empresa.
Sí, eso de conseguir un trabajo empieza a parecer un maratón; una tiene que tener espíritu olímpico.


lunes, 16 de enero de 2017

En la ciudad de los sueños



Hoy es el "Blue Monday", el día más triste del año según una fórmula matemática -de dudosa base científica-, y hace mucho frío. Así que, parafraseando a Neruda, podría escribiros el post más triste esta noche, pero no lo haré porque desde el sábado vivo con las canciones y las imágenes de La La Land en mi cabeza.

Hacía años que no iba a un sesión matinal, y aprovechando el estreno de La Ciudad de las estrellas, el sábado por la mañana fuimos a los cines Verdi, y salí -literalmente- bailando y cantando del cine (sí, estoy así de pirada).


La película empieza fuerte. En un atasco en medio de una autopista, el director Damien Chazelle se atrevió a grabar un número musical ("Another day of sun") en plano secuencia. El resultado es deslumbrante; y todavía ahora sigo rompiéndome la cabeza para adivinar como logró ese prodigio. Un inicio de película que deja el listón muy alto, pero el film sigue y nunca decepciona.
Igual de vibrante es el número de la fiesta en la piscina, con esa explosión de color (los vestidos, el apartamento de Mia y sus amigas), y ese travelling giratorio dentro del agua. Luego, Ryan Gosling y Emma Stone bailando en las laderas de Hollywood a la luz de un atardecer precioso, o entre las estrellas de un planetario. O ese "City of Stars" que no puedo quitarme de la cabeza, silbado y susurrado por Gosling en un paseo por un muelle de Los Ángeles o ante las teclas de un piano.


Imposible que esta película no te haga volar, soñar, emocionar porque habla de soñadores, de personas apasionadas por lo que hacen, aunque la realización de esos sueños los una y también los separe.
Ryan Gosling y Emma Stone están fantásticos. Tal vez no canten ni bailen como las antiguas parejas míticas de Hollywood, pero sin duda tienen ese magnetismo y química en pantalla que aparece cada vez que se miran, se busca, o bailan.


La La Land hace referencia a la ciudad de Los Ángeles, esa ciudad de las estrellas que vive precisamente de anhelos, ilusiones y sueños. El material con que esta hecho el cine y también los musicales. Chazelle consigue modernizar el género llevándolo al terreno más íntimo de las relaciones amorosas, y hablándonos de lo difícil que puede ser equilibrar esos sueños con la realidad y la vida personal.
Chazelle busca "en estos días de oscuridad y cinismo, reconciliarnos con el romanticismo en la pantalla". La película tiene, pues, una vocación atemporal teñida también por un halo de nostalgia por lo que no pudo ser. Por suerte, la fantasía siempre está ahí para salvarnos con esa inolvidable escena final en un club con aires a Casablanca.
De hecho todo el film es un homenaje al cine musical (Stanley Donen, Vincente Minnelli, Gene Kelly...) a Rebelde sin causa, Casablanca o los musicales franceses de Jacques Demy (Los paraguas de Cherburgo, Las señoritas de Rochefort).

En mi blog anterior solía tener una sección -más o menos regular- titulada "momentos musicales de cine" en la que hablaba de mis números favoritos de películas musicales, sobretodo clásicas. Y es que cuando era pequeña -era una niña muy peculiar- me encantaban los musicales tipo "Bailando bajo la lluvia", "Sobrero de copa", "Un americano en París", "Melodías de Broadway", "Cita en St. Louis"... Y mi sueño era aprender a bailar claqué (ya os he dicho que era raruna...). Así que cuando conocí a Id me alucinó que ella también compartiera esa pasión infantil por las películas de Stanley Donen, Minnelli y de bailarines como Ginger Rogers, Fred Astaire, Gene Kelly...

En esos post casi siempre comentaba lo difícil que era elegir un solo número de cada una de mis películas musicales favoritas, y La La Land no va a ser la excepción. Pero para combatir el frío y la tristeza de este 'Lunes Azul', nada como una gloriosa mañana de sol bajo el cielo de California.

jueves, 12 de enero de 2017

Me llamo Scribbles, Sarah Scribbles


Después de las fiestas navideñas empieza -según mi parecer- el peor periodo del año. Esa extensión de días fríos, yermos, aburridos, oscuros, deprimentes... (¡vale, ya paro!) que se llama invierno. Los que hace tiempo que me leéis ya sabéis lo mucho que odio esta estación. Además los meteorólogos, con pérfido disfrute, hace días que anuncian una ola de frío polar para la próxima semana. ¡Qué horror! Suerte que no nací en Escandinavia...
Los meses de enero y febrero son los que más detesto; se me hacen laaargos, deprimentes... Intento no regodearme en la desgracia y la autocompasión -pero me cuesta-, y buscarle la parte positiva -si la hay- a esto.

Por lo menos he empezado el 2017 cumpliendo uno de mis propósitos de año nuevo: leer más. Incluso me he registrado a Goodreads y me he abierto un perfil para ir anotando mis lecturas y aquellos libros que tengo pendientes. Contagiada por el desafío lector de Tempesta he decidido hacer un 'challenge' de 20 libros en un año. De momento ya llevo dos libros leídos: Para que no te pierdas por el barrio, de mi admirado Patrick Modiano, y el libro que me regaló Id para Reyes, Crecer es un mito de Sarah Scribbles
El primero me gustó, como siempre lo hacen los libros de Modiano, aunque no está a la altura de en El café de la juventud perdida, o La hierba de las noches, para mí dos de su mejores libros.
El libro de Sarah Andersen me entusiasmó; ya sé que diréis que no es propiamente "un libro" pero me he reído tanto con sus tiras cómicas que no puedo más que super recomendarlo. Soy muy fan de sus dibujos desde hace tiempo. Me siento tan identificada con su personaje que muchas veces me parece que su Sarah soy yo; sobretodo en estas dos viñetas:




Mi regalo para Id también fue un libro, éste de Carrie Fisher que también me gustaría leer.

Y los Reyes, en casa de Id, también nos trajeron muchas cosas: una manta, una tostadora, una máquina para hacer raclette, y la noticia de un@ nuev@ sobrin@ que vendrá de París. Sí, su hermano será papá (a ver así mejora su carácter ¬¬) y eso significa que durante el verano nos tocará ir a París a conocerl@.



Los Reyes también nos regalaron dos entradas para ir a ver Scaramouche, el musical. Hacía tiempo que queríamos ir, así que fue un regalo que nos hizo mucha ilusión. Las entradas eran para el domingo; suerte que no teníamos ningún plan para ese día. Las localidades eran buenas, en la platea y en la novena fila. Nos gustó mucho: música en directo, buenos actores, acción, luchas con espadas... Vale, no se puede comparar con un musical de Broadway, y en algunos momentos tenía un cierto aire a Los Miserables, pero la función nos pasó volando. Cosa que no parece pasar con el invierno (sí, soy cansina como el invierno). 

Suerte que tenemos de la música, una fuente inagotable de placer revitalizador. Estos días estoy escuchando Telepatía, lo último de Lidia Damunt, un disco breve pero lleno de pequeñas joyas.