domingo, 27 de diciembre de 2015

haciendo las paces con la Navidad


Cuatro días de comidas en familia, tardes tontas, lecturas y mucho turrón (sobretodo de Suchard) y sigo viva. No he engordado ni un quilo y estoy en un estado de paz y tranquilidad blanca. Vuelvo a ser capaz de dormir 10 horas seguidas, como una niña. 
Un par de días antes de Navidad, aprovechando que todas las hermanas estábamos en el minipueblo, fuimos a merendar juntas a la cafetería. Hacía tiempo que no salíamos las cinco juntas. Al poco rato empezaron aparecer sobrinos, de uno en uno, hasta que casi ocupamos todas las mesas del local. Me gustó ese momento familiar porque fue casual, nada forzado. Me recordó a esa escena de Transparent, cuando los tres hermanos Pfefferman se bañan juntos en la piscina después de muchos años. Transparent me tiene fascinada. Es una de las mejores series sobre la familia y la identidad de género que existen. 

los Pfefferman

Llegó el día de Navidad y todo discurrió de un modo fácil, sencillo, incluso placentero. ¿Estaré volviéndome pronavideña? Los únicos que se pelearon, por el paté y los turrones, fueron los niños. Mi sobrina Damian recitó el típico poema de Nadal encima de una silla, y después de comer nos lo pasamos genial montando coreografías y playbacks con el Dubsmash. Mi hermana mayor estrenó su palo de selfie intentando que toda la familia entrara en el encuadre. Ante la impaciencia de los niños, cagamos el Tió, aunque todos -excepto Damian- sepan ya "la verdad". 

foto: hiro

Este año el Tió fue muy literario; cagó muchos libros y también dulces y ropa interior para los mayores. Luego la tarde se fue disolviendo en partidas de rummy y películas navideñas ñoñas en la televisión. Eché en falta a Id, a ver si el año que viene puede estrenarse en nuestra numerosa comida navideña. 
El día de Sant Esteve fue una versión bastante reducida del día anterior: sin mis 2 hermanas mayores y sin niños. Pero el domingo volvimos a estirar la mesa del comedor. 
Creo que cuatro días ya es el límite, otra comida más y esta tranquilidad aparente empezaría a quebrarse. ¿Por qué es más fácil querer a la familia en la distancia? 

Llevo un par de días escuchando esta maravilla de disco, uno de los mejores del año. Contiene temas de una belleza apabullante. 

lunes, 21 de diciembre de 2015

incertidumbres que se difuminan


La mecánica impasible del tiempo va disipando incertidumbres; por fin! Sms que alborotan vidas y que anuncian una nueva etapa. Año nuevo, curro nuevo. Se te disparan las ilusiones e intentas frenarlas para no acabar contándote una versión delirante del cuento de la lechera. Dice Id que a veces soy extrañamente pesimista, pero después de tanto esperar este momento, de tenerlo todo casi al alcance de la mano, tengo miedo de despertar y que todo desaparezca. 
El 2016 se presenta excitante, lleno de cambios y de promesas. En enero empiezo nuevo trabajo, y la búsqueda de un piso en Barcelona. Por fin Id y yo podremos vivir juntas!

Mientras, agotamos lo que queda de año con actividades diversas. Fuimos al cine a ver Barcelona nit d'hivern. Nos gustó mucho y nos hizo reír  -más que la primera, Barcelona nit d'estiu- aunque en algunos momentos parecía una versión extendida de un capítulo de Cites

El sábado fuimos al All Those Food Market. Este fin de semana en Barcelona se organizaban diferentes mercados, pero fuimos al All Those porque a Id le tocaba trabajar haciendo fotos en los talleres para niños que organizaba Diseñadora. Era la segunda vez que repetíamos en el All Those, y nos gustó tanto como la primera vez. Buena organización, buenos productos y buena comida. Además, siempre que puedo, me encanta visitar mi antigua universidad. Sin duda la más bonita de Barcelona.

fotos: hiro

Comimos con Diseñadora, jugamos con sus niños -a los que adoro- y nos fuimos a casa agotadas. Y es que la noche anterior habíamos ido de concierto a la Ladyfiesta de invierno. Un evento para celebrar que el Ladyfest Barcelona ya tiene fechas: del 23 al 26 de junio de 2016. 
En esa fiesta invernal, en el Almo2bar, actuaban diferentes grupos: Toilette, Lucius Works Here, Pentina't Lula i Les Sueques. No conocía a Las Pentina't Lula, un grupo electro-punk garage que me sorprendió gratamente con un directo muy enérgico.

Les Sueques

Les Sueques no defraudaron. Cada vez que las escucho me gustan más, y se ha convertido en mi grupo revelación del año. Además en concierto son brutales. Me hubiera gustado volver a verlas ayer en el Apolo, pero tenía que volver a mi pueblo a cumplir con mi obligación ciudadana de votar.
Vaya decepción ver que pese a todo, la gente ha vuelto a votar al PP... ¿En serio???

Y hablando de votar, a parte de la Star Wars: El despertar de la fuerza, le tengo muchas ganas a esta película:

jueves, 10 de diciembre de 2015

siempre se aprende a base de caídas



Este fin de semana me he dado cuenta de muchas cosas. De que quiero mucho a Id, pero que a veces puedo llegar a odiarla un poco. Si una persona es importante en nuestras vidas, suele crearnos este tipo de ambivalencias.
También he descubierto que enseñar algo que se sabe de manera inconsciente, intuitiva, es muy difícil. Que aunque ahora me cueste más, nunca es tarde para aprender cosas nuevas. Que a pesar de lo mucho que odio el invierno y el frío, me fascina la nieve. Que las agujetas pueden llegar a ser muy dolorosas y duraderas.

Y es que para celebrar nuestro reciente aniversario, y aprovechando el puente de este fin de semana, nos fuimos de viaje a Andorra. Desde que conozco a Id que la escucho explicar lo mucho que le gusta esquiar (lo hace desde los 3 años), mientras que yo, solo he ido una vez en toda mi vida. Ella decía que tenía ganas de enseñarme, que estaba segura que aprendería rápido y así podríamos ir a menudo a esquiar juntas. Pese a mi miedo inicial (repito que solo había ido a esquiar una vez y no es que hiciera mucho), me convenció con su confianza y entusiasmo. 
Reservamos habitación en Andorra, casualmente en el mismo hotel donde también estaban mi hermana 2, con mi cuñado y los niños. Por culpa de una caravana kilométrica llegamos tarde, justo a la hora de cenar. Fuimos a un restaurante con mi familia y nos acostamos pronto. 
Al día siguiente madrugamos para llegar temprano a la estación de esquí. Como habíamos llegado de noche todavía no había podido apreciar la majestuosidad de las montañas, que amenazantes, parecían estar a punto de tragarse las casas del valle.


Hacía un día fantástico, con mucho sol y poco frío.  Hasta ese momento había estado tranquila, pero en cuanto me puse los esquís y vi la pendiente de la pista verde empecé a ponerme nerviosa. Id estaba contenta, y repetía que después de un par de bajadas por la pista verde, seguramente ya estaría preparada para ir con ella a una azul. Ese exceso de confianza y expectativas me puso aún más inquieta. Debía hacerlo bien, además Id en un arranque de optimismo, me había comprado el forfet completo en lugar del de debutante.
Nos pusimos los esquís, y nos tomamos cuatro fotos. Mis sobrinos y mi cuñado desaparecieron pronto subidos en el telesillas. Por mi parte, la realidad se hizo presente con la primera caída pocos minutos después de enfundarme los esquís. Aquello no iba a ir bien, pero ignoré a mi intuición y me monté con Id en el telesilla.
Al llegar a la cima de la pista y observar la pendiente, empecé a sudar de pánico. Aun así, intenté fijar mi atención en las indicaciones de Id y a poner en práctica lo poco que sabía; es decir, hacer cuña. Empecé a descender pero en lugar de frenar, todo se aceleraba. Oía a Id gritar: "gira, gira!!" pero los pies no me respondían, así que decidí tirarme. Id me ayudó a levantarme y volvió a repetir, cada vez con menos paciencia, las mismas explicaciones que antes. Yo la oía hablar, entendía todas sus indicaciones pero mi cuerpo parecía no hacerlo. "Gira el talón", "clava el palo", "abre más la curva"... Volví a intentarlo, pero otra vez sentía que perdía el control. Y con cada caída, con cada fracaso, sentía que defraudaba las expectativas que Id había puesto en mí. Su paciencia inicial fue despareciendo. Cada vez me gritaba más, se volvía más exigente y dura conmigo. Empecé a sentirme incapaz, inútil, y muy cansada. Todo mezclado con un sentimiento de rabia y odio hacía Id. ¿Por qué me trataba así? ¿Por qué me obligaba a hacer algo que no podía?
Se hizo evidente otro fracaso: Id era incapaz de enseñarme algo que ella había aprendido de manera inconsciente, casi jugando, cuando era una niña. Enseñar a esquiar a un adulto requiere de unas técnicas pedagógicas y unas explicaciones de las que ella carecía.



Cuando conseguí bajar la pista, estaba tan exhausta que me quité los esquís y me fui a la cafetería con mi hermana. Id siguió esquiando sola o con mis sobrinos, y no volví a verla hasta la hora de comer. Me sorprendió comprobar que seguía guardándole cierto resentimiento. Eso no me gustaba, especialmente después de la fantástica noche que habíamos pasado en el hotel (no puedo explicar nada más sobre eso porque Id me censuraría el post). Así que, como le había prometido a Id antes de comer, decidí darnos - y darme- otra oportunidad y volví a subirme a los esquís. 
Esta vez Id tuvo muchísima más paciencia y me trato con más ternura y cariño que antes. Empezamos por lo básico y cuando ya me sentía con confianza volvimos a subir a la pista. Id cambió de técnica. Me agarró los palos de un extremo y me hizo sujetarlos del otro y empezamos a bajar juntas, ella de espaldas y yo de cara. Me indicaba que girara y por arte de magia lo hacía. Todo lo que me había parecido imposible por la mañana se había vuelto sencillo. Empecé a entender y a sentir, no con la cabeza, sino con el cuerpo en que consistían los movimientos. Volvimos a repetir el ejercicio unas cuantas veces, y con cada descenso, me divertía más. Por fin empezaba a disfrutar y los malos sentimientos que había tenido por Id desaparecieron. Volvía a pasármelo bien con ella, a sentir que la amaba mucho, a que era posible aprender a esquiar a mi edad. Bien, todavía necesito aprender muuuucho, pero atisbé que eso era posible. 
Pero también quedó claro que la próxima vez cogeré un monitor nada más llegar, ya sea por la salud de nuestra relación y por la de Id, que acabó deslomada de enseñarme a esquiar.
Al día siguiente, y al otro y al otro... no podía moverme de las agujetas, nunca las había tenido tan bestias. Era horrible! No sé cuando repetiremos otra escapada a la nieve; espero que sea pronto porque si no olvidaré lo poco que he aprendido. Pero algo tengo claro: mi estado de forma físico es patético, por no decir nulo. Sin duda el esquí es uno de los deportes más exigentes y cansados que he probado.


Nos quedamos con ganas de ir a Caldea; nos hubiera venido bien para recuperarnos al día siguiente, pero no tuvimos tiempo. Hicimos algunas compras y nos marchamos hacia casa. Al día siguiente teníamos una comida antinavideña con las Sestras; hacía tiempo que no las veíamos y nos hacía mucha ilusión. Todo lo que había quemado los días anteriores lo recuperé pronto a base de comer (sobretodo turrón de chocolate), y pasarnos la tarde jugando al Fifa con ellas.
Y es que amigxs, la Navidad está cerca y con ella los atracones de comida y la reuniones familiares... 

miércoles, 2 de diciembre de 2015

spread the music vibration

Josh Rouse 

El frío ya ha llegado para quedarse una buena temporada. Mientras sueño en futuros -y espero cercanos- días de primavera, me niego a que el frío me disuada de salir de casa. Este fin de semana maratoniano ha sido un zas en toda la boca al invierno y a las tardes deprimentes de domingo.
¿La contrapartida? un agotamiento feliz, y los bolsillos un poco más vacíos. Ah! pero no os creáis que esto último fue culpa del omnipresente y cansino Black Friday. Milagrosamente no sucumbí a esa estrategia del marketing global (bien, tal vez fue más por falta de tiempo...).

Empecé el fin de semana arrastrando sueño porque el viernes por la noche fuimos de copas, y eso que al día siguiente queríamos madrugar. El sábado prometía ser un día largo e intenso, y además por la noche queríamos ir de concierto. Id tenía una sesión de fotos, pero como la cámara nueva (la que utiliza para trabajar) estaba estropeada (hace semanas que la envió al servicio técnico) tuvimos que ir a Barcelona a buscar la cámara de su primo. Aprovechando eso, su primo nos pidió que le hiciéramos unas fotos a él y a su hijo para el DNI. De ahí, vuelta a la miniciudad de Id para un almuerzo apresurado y otra vez hacía el coche para ir a hacer la sesión de fotos.  
Tras dos horas, vuelta a Barcelona para devolver la cámara. Nos pasamos una hora más encerradas en el coche por culpa del tráfico y la búsqueda del santo grial aparcamiento.
El concierto de Les Sueques era a las 22:30, así que fuimos temprano a cenar a nuestra pizzería preferida de Gràcia. No podemos ir a ese restaurante sin comer más de lo necesario (todo está riquísimo!) y claro, siempre salimos con indigestión. A pesar de eso, y el cansancio, fuimos al concierto. Valió la pena, Les Sueques - y sus pelucas- me gustaron mucho, aunque no aguantamos hasta el final. Ya repetiremos concierto con ellas en otra ocasión...

Les Sueques (foto: id)

El domingo nos esperaba otro concierto, pero esta vez tuvimos toda la mañana para dormir y descansar. Por la tarde nos fuimos al cine a ver Grandma. Me gustó muy mucho la actuación de Lily Tomlin y su grandma pendenciera, pero repleta de energía y honestidad. Ojalá hubiera más abuelas como ella. Un guión excelente para una roadmovie femenina con personajes auténticos y llenos de verdad. Da gusto ver películas que tratan al espectador con inteligencia y sin adoctrinamientos.

Salimos del cine con un vaho de tristeza y con esa promesa imposible de cumplir, que siempre me pide Id, flotando en el aire. Sabía que el personaje de Lily Tomlin despertaría ese fantasma que debe acosar a todas las parejas felices. Cuando alguien ha encontrado el amor de su vida, ¿cómo afrontar su mortalidad?

Para disipar la tristeza nada como la buena música. Del cine nos fuimos al concierto de Josh Rouse. No había estado nunca en la sala de conciertos de la miniciudad de Id, y me gustó mucho el local. Al entrar, enseguida vi a Josh Rouse tomando una cerveza en la barra. Si fuera una fan atrevida y desenvuelta habría ido a saludarlo, pero en lugar de eso, pase por su lado como si no lo conociera. 
Era la primera vez que iba a un concierto con sillas, conseguimos un buen asiento en segunda fila, a escasos metros del escenario. El formato del concierto era más íntimo que el que dio en abril en Barcelona. En el escenario, él acompañado solo por la guitarra y batería de Xema Fuertes. Esta vez sí tocó Quiet Town y un extenso repertorio donde mezcló temas de su último trabajo (The Ember Of Time), con canciones anteriores.
Me encantó ese formato más íntimo, que facilita la comunicación de emociones. ¡Y sin esas cotorras que tanto abundan ahora en los conciertos!
Josh nos explicó algunas anécdotas entre canción y canción, y al final consiguió que todo el público se entregara a su música. Me resultó imposible, hasta doloroso, estar sentada en una silla durante un concierto. Lo encontré antinatural. Los pies y el cuerpo se me iban solos. 
El concierto terminó con Josh Rouse bajando del escenario, paseándose entre el público con la guitarra y haciéndonos cantar a todos Love vibration
Me compré su último CD -lo tenía en versión pirata- y venciendo un ataque de vergüenza quinceañera, conseguí pedirle -en un inglés chapuzero- que me lo firmara :D
Salí del concierto flotando, con esa sensación de felicidad que solo la música puede darnos.