domingo, 22 de febrero de 2015

una influenza inesperada


Este año -una vez más- no podré cumplir mi reto Oscar-cinéfilo. Esta noche se entregarán los premios y de las ocho nominadas a la categoría de Mejor Película solo he visto cuatro: Boyhood, El Gran Hotel Budapest, The imitation Game, y La teoría del todo
Os aseguro que este año he estado a punto de conseguirlo. El lunes me dije: Vale hiro, tienes toda una semana para ver las cuatro películas que te quedan, ¡eso es pan comido!  Pero lo que no sabía entonces era que esta semana tendría una visita inesperada que alteraría TODOS mis planes y mi vida cotidiana.
El visitante desconocido llegó de improviso, y eso que hacía días que se comentaba que rondaba por ahí, pero como yo nunca lo había "acogido" en mi casa, pensé que no tendría la desfachatez de okuparla de esa manera tan abrupta.
Sí, amig@s, el martes me atacó de pleno -y por primera vez en mi vida- la maldita gripe; aunque prefiero la sonoridad decadente de su nombre alterantivo: influenza.

he aquí una foto de influenza,  mi inesperada visita

A parte de dejarme en cama casi una semana, echa polvo y en un estado de debilidad y cansancio hasta ahora nunca conocidos, el virus también atacó a mi enfermera personal, aka Id, que cayó enferma al cabo de dos días. Eso ha convertido nuestra casa (mi suegra también estaba enferma con una infección en la garganta), en un antro de virus, donde la tos, la fiebre, y los mocos andaban a sus anchas en una orgía imparable. Un desastre, vamos. 
Fuimos las dos juntas al médico en un 2x1 muy cómico, y claro está, nos recetaron lo mismo.
Hoy ya puedo decir que vuelvo a sentirme persona (mi suegra también está mucho mejor), pero Id sigue en vías de recuperación. Y es que cuando se está enferma, no hay nada que se eche más de menos que eso que Walt Whitman denominaba "sensación de salud".
Este invierno se me empieza a hacer insufriblemente frío y largo. Cuando llegué la primavera creo que lloraré de alegría...



Y para terminar le post, y volviendo al tema del principio, de las cuatro películas vistas no tengo ninguna clara favorita porque todas me han gustado mucho. Bien, tal vez Boyhood sea mi predilecta de las cuatro, pero las quinielas apuntan hacia Birdman e incluso a un inesperado Oscar a Mejor Película por El francotirador. Esta noche saldremos de dudas...


lunes, 9 de febrero de 2015

viaje emocional


foto: Mònica dofa

Este fin de semana he vuelto a mi casa en el minipueblo. Hacía más de un mes que no volvía. Lo necesitaba. Hasta que no estoy subida al tren, y los paisajes de mi comarca se suceden veloces por la ventanilla, no soy consciente de ello, de esa necesidad. Si Scarlett O'Hara extraía su fuerza de la tierra rojiza de Tara, y Drácula se nutría de la tierra de su Transilvania natal, yo parezco necesitar volver a mi pueblo para recobrar impulso.
Miraculosamente, las dos horas y media que dura el trayecto se me hacen cortas. La charla intermitente de la familia que está sentada en los asientos delanteros se hace incluso amena. Duermo, leo, miro por la ventana mientras escucho música. Chandelier de Sia suena varias veces en el iPod. Sí, ya sé que esta canción hace meses que se publicó, pero extrañamente es ahora que me seduce y me atrapa. Además, me declaro fan de la pequeña Maddie Ziegler, de su expresividad desarmante y de esa manera desenvuelta de bailar una coreografía imposible.


Estos días escucho Chandelier una y otra vez, con esa necesidad obsesiva que tanto me gusta que me provoque la música.
Nick Hornby comenta en 31 canciones que Dave Eggers tiene la teoría que escuchamos las canciones una y otra vez "porque tenemos que solucionarlas", ya que en nuestras primeras relaciones con una canción nueva "hay una fase semejante a una especie de perplejidad emocional". Así que cuando haya "solucionado" Chandelier, como me pasó con Hero hace unas semanas, ya no querré escucharla tanto. Incluso como me ha sucedido con alguna canción, tal vez no pueda ni escucharla más.
Una de las cosas que me entusiasma y sorprende más de la música es que dentro de unos meses, alguien habrá creado más canciones nuevas que volverán a generar en mí esa necesidad de escucharlas incansablemente antes de solucionarlas. Esa fuente inagotable de canciones futuras -como los libros que esperan ser leídos- son una buena razón para entusiasmarse con la vida.

Mi viaje sigue. Desde el tren la vida parece fluir más ligera dice León Siminiani, en Mapa. Su película-canción sigue resonando en mí cabeza como un mar de fondo. Un largometraje que rompe los límites entre documental y ficción;  un diario filmado en que se nos relatan las vivencias de su director durante 4 años: una ruptura, un viaje a la India, una búsqueda, otra ruptura, el vacío posterior... Y también el proceso creativo de hacer un film. En este caso, el artista es el auténtico argumento del relato. Mapa es pues, un autorretrato, y como tal, una impostura, la constatación de la imposibilidad de ofrecer una imagen fija del yo, poblado de múltiples voces que lo dinamitan, ya que no somos más que un conjunto caótico de deseos, miedos, dudas y mentiras.
Al fin y al cabo, los relatos del yo, como cualquier otro relato, no dejan de ser una puesta en escena, una construcción de lo real, pero no la realidad en sí misma. La vida no puede relatarse de manera lineal, ya que es sinuosa e inconclusa.


Después de ver Mapa me pregunto: ¿este blog no es también un poco eso? un intento fallido de diario, de relato/autorretrato de mí misma? Últimamente me ha dado por pensar que este blog ha perdido algo: ¿calidad? originalidad? sinceridad? quizá tenga algo que ver la pérdida paulatina del anonimato, el haber conocido a gente que me lee; ya que confieso que ahora no escribo con la misma libertad inconsciente del principio, cuando nadie conocía la persona real que se esconde tras el nombre de Hiro.