jueves, 27 de diciembre de 2012

la cicatriz

foto: Francesca Woodman

La cicatriz es la manera que tiene el cuerpo de decirnos "perdono pero no olvido". Es una señal que sigue ahí como recuerdo de una afrenta.
Antes no soportaba a la gente que se obstinaba en enseñarme sus cicatrices. Ahora me doy cuenta, perpleja, que me he convertido en una de ellos. Le pregunto a todo el mundo: "¿quieres ver mis cicatrices?" y me extasio ante sus caras de congoja y espanto. Exhibo mi cicatriz como un guerrero, con el orgullo de quien enseña su mejor trofeo, aún maravillada por la recuperación vertiginosa de mi dermis. Alrededor de esa línea indeleble, la piel parece adormecida, insensible, alguien diría que ofendida y agotada por tanto trabajo de reconstrucción. Tiene algo de piel en flor, como si un exceso de sensibilidad hubiera transformado ese paroxismo en un estado de insensibilidad nerviosa y turbadora. Cuando realizo según que movimientos, la cicatriz lanza un grito sordo en forma de punzada aguda para recordarme que sigue ahí, que todavía no puedo olvidarme de ella.
Mis sobrinos son los que más parecen disfrutar del espectáculo de la cicatriz. Su curiosidad vence cualquier reticencia. Un poco torcida y ligeramente elevada en los extremos recuerda a una sonrisa socarrona, así que les digo: "¿sabéis que ahora tengo una sonrisa dibujada bajo la barriga?" Y eso les hace sonreír cada vez que la ven. 
Mi sobrina Boo me mira gravemente y me pregunta: "¿Ahora ya no podrás llevar nunca más biquini?" Por su expresión solemne intuyo que es un tema de suma importancia para ella. "¡Claro que podré llevar biquini! ¿No ves que la cicatriz está lo bastante abajo y de aquí al verano se habrá borrado un poquito más?" Respira aliviada; el bañador para ella es el peor de los pecados estéticos.

Mis sobrinos se hacen mayores. Este año hemos cagado el Tió sólo por mi sobrina pequeña de tres años porque el resto ya conocen la treta. Además casi todos saben la Verdad sobre los Reyes Magos (mi sobrino mayor es el que peor lo lleva, nos ha acusado a todos de mentirosos). La Navidad va perdiendo algo de esa magia infantil a mesura que mis sobrinos crecen.
Este año, Navidad y Sant Esteve han sido un poco descafeinados porque mis hermanas mayores y sobrinos no coincidieron juntos en ninguna comida por cosas del reparto familiar. A pesar de la decoración navideña, el pesebre y el árbol, la Navidad ha pasado como si fuera un domingo más. Mucha comida, algún juego de sobremesa y una tarde de modorra y aburrimiento. No sé, tal vez con todo lo de la operación este año no he encontrado la sintonía navideña.

Mañana vendrá Idgie a secuestrame durante unos días. Creo que me vendrá bien un cambio de aires, aunque todavía no tengo el cuerpo para trotes.


 
Missy Higgins - Scar 

domingo, 23 de diciembre de 2012

cuando tu cuerpo te deja de pertenecer


"Las enfermeras van y vienen, no me molestan,
van y vienen como las gaviotas, con sus cofias blancas,
haciendo cosas con las manos, todas iguales,
de manera que es imposible saber cuántas hay."
Tulipanes, Sylvia Plath



Lo que tenía que  ser una sencilla operación por laparoscopia se complicó y acabé con una laparotomía (con la barriga rajada, vamos). Sí, a pesar de la crisis me dieron dos operaciones al precio de una; con sus consiguientes cicatrices.
En principio sólo tenía que quedarme una noche en el hospital pero acabé ingresada cinco días. Me desperté perfecta de la anestesia y todo parecía ir bien, pero al día siguiente empecé a empeorar: dolor de cabeza infernal y persistente, una debilidad extrema y náuseas (no os podéis imaginar lo que duele vomitar con 4 puntos en el ombligo y 17 grapas en la barriga). Así pasé medio fin de semana hasta que al médico se le ocurrió mirar la analítica que me habían hecho tras la operación: tenía una anemia de caballo. Tras inyectarme varias botellas de hierro y suero, y comer bien (el caldo y el puré que mi madre me traía en termos de contrabando) empecé a mejorar. Idgie me miraba con ojos llenos de preocupación y me animaba a comer. Dice que daba mucha penita y es que pasé esos dos días fatal.
El martes por fin me dieron el alta y el viernes me quitaron las grapas y los puntos (experiencia dolorosísima por lo apretados que estaban los puntos del ombligo).

Lo primero que hacen cuando ingresas en un hospital es ponerte un brazalete -como a los esclavos- con un código de barras y tu información biológica básica. Eso te hace sentir como un pollo. En ese momento entiendes que tu cuerpo deja de ser un poco tuyo y pasa a merced de la voluntad de médicos y enfermeras. Sientes un desdoblamiento entre tu cuerpo y tú. Lo ves como algo ajeno pero a la vez muy próximo, porque a partir de entonces las sensaciones físicas ocuparán e inundarán toda tu mente y la condicionarán.
Entras en un quirófano y de repente desapareces y cuando despiertas todo ya ha pasado. Los camilleros te trasladan de una cama a otra, y entonces empieza el vals de las enfermeras. Algunas te gustan, tienen un aire maternal y angelical que te consuela, te tratan bien, te sonríen y sientes que esa dulzura te ennoblece. Otras entran taciturnas y serias; te sacan sangre, te toman la tensión y la temperatura como si fueras un muñeco. Procuras no tenérselo en cuenta: las notas agobiadas y quemadas por tanto trabajo. Los recortes en sanidad acaban repercutiendo en los pacientes.
Cosa curiosa de los hospitales, que en principio deberían ser lugares de reposo, es imposible dormir bien allí. Ruidos durante la noche, las enfermeras hablando entre ellas a gritos por los pasillos, te despiertan a las 23h y a las 6.00h para tomarte la tensión y la temperatura...
La gente viene a visitarte: primero te alegras pero a los dos minutos ya te cansan y deseas que se vayan. La compañera de habitación es simpática y habladora. Te coge tanto cariño que cuando te marchas llora. En eso tuve suerte, nunca se sabe que vecino de cama te puede tocar...
Y ya en casa, vuelve la visita más esperada, Idgie. Me mima y me trata con mucho cariño. Como he sido buena, me trae mi regalo de Reyes por adelantado: un iPod nano clásico. Me encanta!! por fin vuelvo a tener un iPod y aunque os parezca absurdo eso me hace sentir mejor. 
Estos dos últimos días son los primeros en los que me vuelve a apetecer leer y escuchar música. Eso debe ser que ya estoy casi recuperada, al menos al 88%.

Antes de acabar quisiera volver a agradeceros todas las muestras de cariño y ánimos que he recibido estos días. Muchas gracias a tod@s!!!

Y como ya se acerca la Navidad y los recopilatorios son un clásico de estas fiestas, os dejo con este tema de Silver & Gold: Songs for Christmas la recopilación de standards navideños que han hecho los Sufjan Stevens, un trabajo bastante inusual y "creepy".

BON NADAL y FELICES FIESTAS!!!

jueves, 13 de diciembre de 2012

paréntesis


foto: Chema Madoz

Falta de tiempo o de ordenador, esa son las razones que me han impedido actualizar estos días.
Días de miniviajes, de encuentros fortuitos por las calles que acaban con un aperitivo al sol en una plaza escondida del Born. Amistades con buenas noticias laborales que te alegran el día (siempre me he sentido incapaz de envidia en estos casos). Cumpleaños de mi amiga Mei y mi primera noche de canguro-regalo cuidando de su pequeña para que ella y Jan disfruten de una cena romántica.  Paseos fotográficos y manualidades navideñas. Sorpresas lomográficas. Días y noches compartidas con Idgie, que ha estrenado sonrisa nueva sin braquets. Tarde de cine en los Maldà para ver una buena peli. ¡Cuánto echo de menos ir cada semana al cine! pero sigo sin entender ¿por qué, sea invierno o verano, hace tanto frío en las salas? Quedar por fin con Jei y ponernos al día con nuestras vidas. Feria de Santa Llúcia: caganers i tions de Nadal. Que mi madre, invadida por el espíritu navideño, acabe con los nervios de toda la familia con la construcción de su macrobelén (dos años seguidos ganando el premio de pesebres del pueblo...). Charlas políticas con Jan. Encuentros familiares prenavideños auspiciados por un nuevo nacimiento en la familia: mi primo pequeño ya es papá y no deja de chocarme esa idea porque en mi recuerdo, continua siendo ese primo un poco miedica con quien he pasado grandes tardes de verano. 
Y por último, días de pruebas médicas preoperatorias. Mañana es el gran día. Y después, una semana de reposo que pienso aprovechar para dormir y leer. Ya tengo una buena provisión de libros en la retaguardia. Y tan pronto como pueda volveré para contaros  que tal ha ido todo. Mientras tanto, estaré ausente del blog y tumblrs por un tiempo.
Gracias por todas las muestras de apoyo que he recibido estas semanas. Sois fantástic@s. Os echaré de menos. Hasta pronto! :)