"La primavera ha venido, nadie sabe como ha sido".
Antonio Machado
Este año me propuse captar cada paso o susurro que diera la primavera para que no me sorprendiera, y así, no encontrármela de golpe en las calles, sin saber por dónde, ni cómo había venido.
Por eso espío minuciosamente todos los cambios; como se alargan las horas de luz, los árboles de mi calle... Cada día observo como van brotando silenciosamente y con disimulo las hojas del plátano que vive bajo mi ventana. Esta mañana un par de cotorras brincaban por las ramas como si comprobaran su resistencia y aguante. Cuando -por alguna desconocida razón- la rama las convencía, la rompían con su pico y se la llevaban volando hacía algún lugar secreto. Su sombra juguetona las seguía por el asfalto calle arriba. Me han entrado ganas de seguirlas, y como un jubilado, pararme a inspeccionar como evoluciona la construcción de sus nidos.
Para celebrar la primavera he comprado geranios y otras plantas para llenar el balcón de vida y de color. No entiendo a la gente que tiene los balcones vacíos. Id y yo fuimos a esa floristería enorme que hay en la calle Valencia; esa que no cierra nunca. Las noches que tengo insomnio me calma pensar que esa floristería siempre está abierta, esperando que alguien entre a comprar flores.
El resfriado que no pillé en invierno se ha esperado, como siempre, a que llegue marzo para atacarme. Eso me pasa por ir a esquiar este fin de semana. Bien, la que esquió fue Id y su hermana, yo me quedé leyendo bajo un abeto rodeada de nieve. Calor de verano al sol que hizo posible esquiar en manga corta y que yo pillara un resfriado por los cambios bruscos de temperatura (a mi cuerpo parecen no gustarle).
El fin de semana anterior habíamos ido a la playa y a comer una fideuá a la Barceloneta. Verano e invierno mezclados gracias a las "bondades" del cambio climático.
Con la primavera también crecen las ganas de salir de casa y de comerme la vida. También, las de leer y escribir.
Leo en la interesante A Virginia le gustaba Vita (próxima lectura de la bollotertulia) que la Woolf siempre llevaba en el bolsillo una libreta de notas para apuntar las ideas que se le iban ocurriendo, sobretodo durante sus largas caminatas. A mí las ideas geniales se me ocurren cuando voy en moto o estoy en la ducha. Si fuera escritora, sería la novelista más limpia del mundo. Si no me diera una vergüenza mortal utilizaría la grabadora del móvil para guardar mis notas mentales, pero incluso soy incapaz de enviar audios de whatsapp por el apuro que me da escuchar mi propia voz.
Leo en la interesante A Virginia le gustaba Vita (próxima lectura de la bollotertulia) que la Woolf siempre llevaba en el bolsillo una libreta de notas para apuntar las ideas que se le iban ocurriendo, sobretodo durante sus largas caminatas. A mí las ideas geniales se me ocurren cuando voy en moto o estoy en la ducha. Si fuera escritora, sería la novelista más limpia del mundo. Si no me diera una vergüenza mortal utilizaría la grabadora del móvil para guardar mis notas mentales, pero incluso soy incapaz de enviar audios de whatsapp por el apuro que me da escuchar mi propia voz.
(Esta canción me inspira primavera)