domingo, 22 de marzo de 2015

Equinoccio


Equinoccio, época en que los días son iguales a las noches en toda la Tierra. Época en que algo empieza a despertarse, a arrancar. Hambre de comerse la vida, de querer hacer mil cosas, de aprovechar los mediodías al sol, aunque en estos lares la primavera ha empezado llorona.
La lluvia primaveral siempre me ha parecido más soportable, aunque me deje el pelo hecho unos zorros. Ayer tenía una cena en casa de unas amigas y osaron decirme que les gustaba mi look hortera-rizado. En fin...., suerte que dentro de una semana me lo cortaré.
La vida empieza tener ese ritmo acelerado que tanto me gusta (comidas con amigos, conciertos, festival de jazz, exposiciones...) pero mi espalda no opina igual y me envía sus quejas vía una contractura muscular que me ha tocado la moral durante toda una semana. Necesito hacer algo de deporte ya. Me estoy empezando a hacer viejuna, aunque como cantan los Hidrogenesse, los viejos son el futuro.


La primavera me ha activado todavía más las ganas de leer. El otro día me pateé el barrio para ir a buscar un libro de Patrick Modiano a la biblioteca. La noche antes comprobé que estuviera disponible en préstamo. Al llegar a la biblio, sin embargo, no lo encontraba. Resulta que alguien lo había cogido justo hacía unas horas. Me hizo bastante rabia, pero ese es el efecto Premio Nobel: la gente siente curiosidad por conocer la obra del premiado y eso, como admiradora de Modiano, me alegra. Así que reservé el libro (Un circo pasa) y otra de sus novelas (La hierba de las noches). 
Por las mañanas, cuando voy en el tren, me fijo en los libros que leen los otros pasajeros. Una mañana, me llamó la atención el título de una novela que leía la chica que tenía sentada enfrente, Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan. Lo busqué en la biblioteca y lo devoré en pocos días. En cierto modo me recordó al documental de Sarah Polley, Stories we tell, del que ya os hablé en el blog. Siento fascinación por las historias familiares, sobretodo si tienen algo de autobiográfico, porque al fin y al cabo acaban siendo ejercicios metaliterarios, reflexiones sobre como nos contamos el relato de nuestras vidas, sobre la maleabilidad de la memoria y la necesidad del olvido.
No sé si -como me pasó a mí- leer esa novela en el tren despertó la curiosidad de algún otro viajero, pero al querer renovar el libro para releer algunos pasajes me encontré que otro usuario lo había reservado desde hacía tiempo. Devolví la novela a tiempo, con la curiosidad de saber que lector/a la estaba esperando con ansia. Estuve a punto de dejarle una nota escondida entre las páginas del libro explicándole mi parecer sobre la novela. Tal vez la próxima vez lo haga...

Hablando de libros, el otro día me compré una camiseta de Virginia Woolf. Ya tengo ganas de estrenarla. ¿Si una puede llevar camisetas de grupos de música, por qué no puede hacer lo mismo con sus escritores favoritos?

jueves, 12 de marzo de 2015

retornos


Vencer a la inercia, volver a actualizar después de tantos días no es fácil. La gripe me dejó el cuerpo y los ánimos cansados, sin energía para volver a arrancar. Incluso barajé la idea de cerrar el blog porque sentía que ya nada me motivaba a volver a escribir. Por suerte Id me quitó la tontería (bien, de hecho me amenazó...¬¬).
Esta semana de primavera anticipada también me ha ayudado a recuperar vitalidad. El invierno se me ha hecho a la vez, corto y largo. Supongo que se debe a su intensidad. 
Poco a poco la vida se va volviendo más ligera, y los días parecen fluir de una manera más orgánica. 
Nuestra vida social se va acelerando y el otro día tuvimos el placer de comer al sol, sentadas en una terraza, con Manray y la gemela Wanderer, que una vez más nos puso los dientes largos explicándonos sus planes viajeros para el verano.
Id y yo también tenemos algún plan viajero, pero está tan cogido por alfileres y depende de tantas variables, que es mejor que no os explique nada. Nunca me han gustado los castillos en el aire ni el cuento de la lechera.

También hemos tenido tiempo para ir al CaixaForum a ver la exposición de Pixar. Si os gustan sus películas y os interesa saber cuáles son los procesos creativos y las etapas que se esconden detrás de cada film, os apasionará esta exposición.
Hablando de Pixar, ya tengo ganas de ver su última película:



No sé si la exposición nos despertó el ánimo infantil, pero al cabo de unos días decidimos ir al circo. Nuestro amigo Misántropo tiene un proyecto fotográfico en manos sobre el circo Raluy, y tras mostrarnos sus fotos nos picó la curiosidad. Hacía mil años que no iba al circo! Así que aprovechando que el circo Raluy estaba en Barcelona, compramos las entradas y fuimos.


Todos los circos, pero éste todavía más, tienen un aire decadente y triste que me ponen nostálgica. Es como si te recordaran que la época de gloria de los grandes circos, y de paso tu infancia,  hace mucho que pasó.
Pero el circo Raluy tiene un encanto especial. Luis Raluy -el fundador y padre de esta familia circense-, empezó comprando y restaurando antiguos carromatos de circo y acabó creando -en un homenaje al circo clásico- el Circo Museo Raluy, el primer circo-museo del mundo. Así que entrar en este circo es como hacer un viaje en el tiempo: sus preciosos carromatos "vintage", la carpa, la platea y las tribunas de madera, sus números acrobáticos, los vestidos románticos y cuidados de sus clows... Todo te hace viajar a una época mítica y perdida.
Los números en sí no son nada del otro mundo, hay algunos un poco flojos pero otros que te dejan con la boca abierta o te hacen estallar en carcajadas. Nosotras nos lo pasamos bien y además la experiencia de reconectar con esa parte de niña que todavía me resisto en conservar, fue bonita.